La "maldita" guerra, otra vez

El fantasma del 11-M planea sobre las elecciones del 20-D, pero ni Siria es Irak ni Hollande es (exactamente) Bush

ENRIC HERNÀNDEZ

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La coalición internacional que intenta articular François Hollande para combatir sobre el terreno al Estado Islámico (EI) amenaza con minar el campo de batalla electoral en España. Mariano Rajoy, que en la recta final de su mandato ha descubierto las bondades del diálogo y el multilateralismo, no quiere dar pasos en falso. Por eso ha abierto contactos con los líderes políticos --todos, salvo Artur Mas-- para consensuar la respuesta que debe dar España de ser invitada a participar en una intervención militar de gran alcance en Siria.

El presidente tiene muy presentes los dramáticos sucesos de marzo del 2004, con la matanza yihadista de Atocha el 11-M como preludio de su derrota en las urnas, solo tres días después. "¡Tú y tu maldita guerra!", le espetó Rajoy a José María Aznar esa noche electoral. En efecto, de la mano del Napoleón mesetario España se había colado en la foto de las Azores para arropar la guerra de George W. Bush en Irak. Una operación militar sin aval de la ONU, rechazada por la sociedad española, de alto riesgo en términos militares y a la que el Ejército, para más inri, ni siquiera estaba en condiciones de aportar tropas. Pero que situó a España en el mapa mental del terrorismo islamista. Por estas razones y la inminencia de las elecciones del 20-DRajoy no está dispuesto a tropezar de nuevo en la misma piedra.

Pedro Sánchez empuja al Gobierno a definirse ante la iniciativa del socialista Hollande, pero no aclara si, con mandato de la ONU, enviaría a soldados españoles al avispero sirio. Maniobra de riesgo, la suya. Albert Rivera, aún más osado, abre la puerta al envío de tropas bajo tutela de la OTAN. Y Pablo iglesias, con ciertos titubeos, sopesa si es hora de desempolvar la ajada pancarta del 'No a la guerra'.

Las fuerzas sistémicas

Aparte de relegar en la agenda política el reto soberanista, de desenlace incierto, la amenaza yihadista refuerza el protagonismo de los partidos sistémicos, PP y PSOE, en perjuicio de los emergentes. Pero ni Siria es Irak ni Hollande es (exactamente) Bush. Esta vez los intereses electorales no deberían anteponerse a la solidaridad internacional.