joan barril, 'in memoriam' / POR ENRIC HERNÁNDEZ

La magia de la palabra

ENRIC HERNÀNDEZ

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En la ceremonia de despedida a Joan Barril, uno de sus mejores amigos, Ferran Mascarell, lo describió como "un mago de las palabras". Magos, como bien sabe el conseller de Cultura, los hay de dos tipos. Están por un lado los prestidigitadores, personajes pícaros y extremadamente habilidosos en los juegos de manos y otras triquiñuelas con la que distraer al público. En un estadio superior se sitúan los ilusionistas, artistas capaces de producir fenómenos aparentemente ajenos al orden natural de las cosas. De generar ilusiones, a fin de cuentas. Joan tenía poco de prestidigitador, pero mucho de ilusionista. Era un creador de ilusiones a partir de la materia prima que más apreciaba: la palabra.

A  lo largo de sus 18 años en EL PERIÓDICO, Joan Barril empleó  millones de palabras. Su prolífica obra en las páginas de este diario ronda los 6.000 artículos, todos ellos compendios de metáforas ingeniosas, imágenes plásticas y reflexiones vitales que han hecho pensar, emocionar y soñar a miles de lectores.

La pluma de Barril, privilegiada y erudita, revoloteaba por encima de los géneros periodísticos para posarse a placer sobre el que más le convenía en cada ocasión. En sus artículos de opinión combinaba con desparpajo realidad y ficción; en sus cuentos entremezclaba la trama con sutiles alusiones a la actualidad cotidiana; y en sus crónicas ciudadanas elevaba la anécdota a categoría con inaudita destreza. Los confines de la República de Joan Barril conforman un universo en constante expansión que también abarca novelas y ensayos, esa «radio tranquila» que fundó a contracorriente y unos programas de televisión que rompieron los cánones catódicos. Jamás aceptó la dictadura de los parámetros clásicos; tampoco lo hará su legado.

A pesar de que una producción tan vasta como la que desplegó en este diario desborda el corsé de cualquier edición impresa, no se nos ha ocurrido mejor forma de rendir homenaje a Joan Barril que seleccionar sus mejores escritos y agruparlos en este suplemento especial, con el propósito de que nuestros lectores puedan paladearlos de nuevo. Y, si así lo desean, para que puedan conservarlos como recuerdo y testimonio de un periodismo intimista y sosegado  en vías de extinción. Al cabo, esa es la magia de la palabra escrita: que, al sobrevivir a su creador, lo mantiene vivo en nuestra memoria.