La jugada de Pablo Iglesias
Con su órdago, el líder de Podemos intenta cobrar ventaja en la negociación con el PSOE y, si esta fracasa, en la batalla electoral de la izquierda
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Pablo Iglesias y los suyos han estudiado a fondo los engranajes de la política de siempre, y también sus puntos débiles. Este viernes, a la salida de la Zarzuela, el líder de Podemos ha roto el guion de las negociaciones de investidura al anunciar que ha comunicado al rey Felipe su disposición a formar un "gobierno del cambio" junto al PSOE e IUPSOEIU, con Pedro Sánchez de presidente y él mismo de vicepresidente. Pero, ¿cuál es el verdadero objetivo de Iglesias con este aldabonazo? La respuesta, más adelante.
Blandiendo la "lealtad institucional" al monarca, Iglesias ha dislocado las prácticas tradicionales de la política española al lanzar un órdago en toda regla al PSOE, sin esperar a que el jefe del Estado proponga, presumiblemente a Mariano Rajoy, que opte a la investidura en el Congreso. Lo ha hecho sin comunicárselo antes a Sánchez y arropado por las caras visibles de Podemos y sus diversas confluencias, al objeto de proyectar imagen de unidad en contraposición a la aparente división socialista en torno a la formación de un nuevo Gobierno.
Al difuminar la 'línea roja' del referéndum en Catalunya, reclamando entre otras carteras una de "pluranacionalidad" para En Comú Podem, Iglesias sube y baja la apuesta a la vez. La baja, porque disipa los recelos de los barones del PSOE ante unas negociaciones que pudieran poner en entredicho la unidad de la soberanía nacional. Pero también la sube, pues fragiliza la táctica que Sánchez había diseñado: explorar acuerdos simultáneos con Podemos y Ciudadanos, minando así la fuerza negociadora de ambos, para en el último instante, ante el vértigo de afrontar unas nuevas elecciones de incierto resultado, arrancar el apoyo de uno y la abstención del otro.
Siempre gana
La incógnita por desvelar es si el súbito movimiento de Iglesias persigue allanar el camino para un acuerdo de la izquierda o, por contra, dinamitar la negociación con el PSOE antes incluso que se haya iniciado, precipitando así a España a la repetición de las elecciones. Pero la apuesta, arriesgada, no es binaria. El líder de Podemos retransmite en directo unas conversaciones aún inexistentes para liderar ante la opinión pública el escenario de un Gobierno de izquierdas, lo que eleva el precio de su apoyo, de fructificar el diálogo, y endosa al PSOE la responsabilidad de un hipotético fracaso. Con pacto de Gobierno, Podemos gana; sin él, parte en mejores condiciones para disputarle al PSOE la hegemonía de la izquierda. El tiempo o las urnas dirán si era la estrategia más acertada y beneficiosa para el conjunto de los españoles.
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