POLÍTICA FICCIÓN

La joven 'ala oeste' de Rajoy

TONI AIRA

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Hay una generación política (y no política) a quien la mítica serie The West Wing (El Ala Oeste de la Casa Blanca) ha hecho mucho daño. Les contó una historia idealizada que queda bastante lejos de la realidad más prosaica que rodea al poder. Pero a la vez les inyectó el veneno de la política y, sobre todo, les inoculó ganas de moverse en él entre bambalinas, en la sala de máquinas con opciones de ascender a cubierta si trabajaban a fondo, primero en la sombra . Es el caso de Andrea Levy, desde hace unas pocas semanas flamante vicesecretaria general de Estudios y Programas del PP a nivel estatal, y número dos de la lista de los populares en la lista encabezada por Xavier García Albiol al Parlament.

Su héroe televisivo de ficción es Josh Lyman, uno de los puntales de esa serie donde el presidente era un Josiah Bartlet a años luz en todos los sentidos de Mariano Rajoy.

Serie pionera

La gracia de aquel producto televisivo que a principios de los años 2000 fue una de las pioneras en el impulso de la actual época dorada que viven las series televisivas era que nos mostraba el poder por dentro. Los protagonistas, desde un principio, debían ser los asesores presidenciales, los spin doctors de la Casa Blanca. Pero el buen papel del veterano Martin Sheen en la grabación del capítulo piloto catapultó su protagonismo y su rol central en la trama. Eso sí, los asesores, los estrategas, los responsables de comunicación y discurso del lugar eran la fauna elegida para generar relato. Y Levy (Barcelona, 1984), que cuando comenzó a emitirse la serie en septiembre de 1999 era una teenager, se fijó en el más divertido y agudo de la serie. Un Josh Lyman (con apellido también de origen judío), que durante buena parte de la serie es la mano derecha del jefe de gabinete del presidente Bartlet, Leo McGarry. Él, junto a la jefa de prensa, C.J. Cregg, es el personaje que más sale en la serie, en 151 de 156 episodios.

Josh es joven e impulsivo. Por momentos desbordante y temerario, y con un cierto punto de dificultad para el autocontrol. Levy tiene momentos de estos, llena de energía contenida a la fuerza, aunque ha tenido sus instantes de erupción nada disimulada en más de una de las tertulias donde durante los últimos tiempos ha ido cogiendo rodaje ante las cámaras.

Pero junto con Pablo Casado (vicesecretario de Comunicación), Fernando Martínez Maíllo (vicesecretario de Organización) y Javier Maroto (vicesecretario sectorial) forma parte de la nueva guardia pretoriana genovita con que Rajoy ha querido dar un impulso generacional a su partido. El equipo del presidente Bartlet en The West Wing también era en general bastante más joven que él, a excepción de su jefe de gabinete, Leo McGarry. Este rol, en la vida real y aplicado a Rajoy, lo asume un Jorge Moragas ahora también jefe de campaña del líder popular.

Complicidad

Levy asegura que Josh era «lo más» de la serie que la impactó, y ahora, con la complicidad de un Moragas también muy enamorado del mundo anglosajón, asume que Rajoy la ha puesto como persona de confianza desde la sede de Génova para pilotar la estrategia catalana. «Ahora, a trabajar», dice. Y habría que añadir «más», porque ella en aquella casa ya había trabajado hace años (y de ahí amistades genovitas que hizo como el actual jefe de la oposición en Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla). Después de aquella época, le tocó trabajar en el ala oeste del partido en Catalunya, también en Estudios y Programas, donde ahora la sustituye Juan Milián, igualmente joven y fan del mundo de la comunicación política.

La sala de máquinas no solo no le asusta, sino que además entiende la importancia y la oportunidad que puede suponer para ascender en el escalafón. Lyman en la serie también lo hace, pero entrar en más detalles sería caer en spoilers que descubrirían demasiado de la trama para inquietos que aún no se hayan animado con este verdadero clásico e icono de lo que americanos y británicos han convertido en todo un género: las series que muestran el poder por dentro, con los protagonistas que en la vida real escapan la mayor parte del tiempo de la atención de los focos de las cámaras.