La izquierda y el proceso

Quienes en los últimos meses nos han intentado convencer de que el independentismo es de izquierdas deben estar muy desconcertados. La última hoja de ruta firmada por CDC, ERC y las entidades soberanistas ANC, Òmnium Cultural y Associació de Municipis per la Independència (AMI) no tiene el apoyo ni de los partidos de izquierda tradicionales (PSC, ICV-EUiA y CUP) ni de los emergentes como Podem/Podemos. ERC, un partido que exhibe la denominación izquierda hasta en su nombre, cuenta con una gran parte de la militancia que se considera de izquierdas, pero es como mínimo dudoso que sus dirigentes actuales lo sean. También es posible que la CUP y el MES, la escisión soberanista del PSC, acaben aceptando la hoja de ruta.

Es seguro, sin embargo, que ni el PSC ni ICV-EUiA ni Podem van a subirse a ese carro. Desde el principio del proceso, el PSC había asegurado que aceptaba el derecho a decidir siempre que la consulta fuera «legal y acordada», la misma fórmula que ahora utiliza el dirigente federalista o confederalista de ICV Joan Herrera («vinculante, legal y acordada») para explicar su desenganche del pacto CDC-ERC.

Pero es que incluso la colíder de ICV, Dolors Camats, que se ha declarado independentista y votó sí-sí el 9-N, ha ido tan lejos al afirmar que la hoja de ruta de CDC-ERC «niega lo que es mayoritario en la sociedad catalana, el derecho a decidir» al sustituir el referéndum por unas elecciones plebiscitarias que ICV no acepta porque no traducen la máxima democrática de 'un hombre, un voto' y porque no serán aceptadas por la comunidad internacional. Camats distingue entre el derecho a decidir, mayoritario, y la independencia, no tan mayoritaria, y, en su desencanto con la fórmula pactada por CDC y ERC, denuncia implícitamente algo que muchos ya habían intuido: que el derecho a decidir era para algunos partidos solo un mero instrumento para votar por la independencia.