La izquierda

¿Qué hacemos con Podemos?, se pregunta el PSOE al sentir el aliento de las encuestas en el cogote. Por ahora, la mayoría de sus voces (o las que chillan más alto) han optado por cargar contra el flamante partido. Las críticas arrecian en un intento de marcar distancias. Le acusan de populismo, de ser una suerte de Hamelín que con su música seduce a los habitantes (y las ratas) del pueblo. El problema es que sus quejas parecen más preocupadas por haber perdido la flauta que por el destino de los ciudadanos.

El PSOE ha cometido demasiados errores como para ahora, además, equivocarse de enemigo. Muchos de sus antiguos votantes escuchan a Podemos y, al menos, se sienten comprendidos. Algo que, durante mucho tiempo, no sintieron con los socialistas. Que ahora estos ataquen a la nueva formación aún les hace sentirse un poco más lejos. Con esta actitud, el PSOE no se sitúa a su lado, sino enfrente. Y en ese bando no tiene buenas compañías. Podemos suma contradicciones y aún no tiene programa. Pero es difícil criticarlo desde partidos que han incumplido o traicionado el suyo. Bajo los círculos morados han hallado un lugar muchos ciudadanos que se han sentido excluidos y olvidados por los partidos tradicionales. Tratarles de ilusos (o algo peor) y dinamitar el espacio donde hallan cobijo no parece el mejor modo de acercarse a ellos. Especialmente si la casa de unos y otros aún es la izquierda.