La gestión de Rajoy, vista por un liberal
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
JOAN Tapia
Ha vuelto a llamar Roberto, un alto directivo de banca ya jubilado y hoy dedicado a su despacho profesional, pequeño pero influyente. Estaba sorprendido por la nueva hoja de ruta de Artur Mas y quería comentar las elecciones andaluzas. Exige discreción -no hace declaraciones- e insiste en que es un liberal. No le gusta el PSOE pero tampoco se identifica con el PP. Como The Economist, cree que lo sustancial es una política económica solvente -la única que da margen para el gasto social- y que la democracia es alternancia en el poder.
Para Roberto, la prensa -toda- hace análisis que pecan de prejuicios. Es optimista sobre el futuro porque el sistema está vivo y se regenera y cree que Rajoy ha acertado en lo fundamental. Su problema es que no ha sabido conectar e inspirar confianza. Por eso puede perder, como ha pasado en Andalucía.
Afirma -con convicción- que Rajoy merece un notable alto en la respuesta a los dos grandes problemas, Catalunya y la crisis. Cree que todo político responsable tenía que decir no a Mas. Ningún Estado europeo quiere estar al albur de los deseos -quizá variables- de una parte. Gran Bretaña aceptó el referéndum escoces solo después de que el independentista SNP ganara con mayoría absoluta y negociara. Aquí Mas quería imponer un referéndum sin haber ganadoy después de perder 12 diputados. Nada que ver. Además, España no es Gran Bretaña. En último extremo, porque España sin Cataluña y Euskadi es inviable y ello hundiría también a una Cataluñaindependiente.
La crisis. España no puede tener una política económica distinta a la europea porque está en el euro y la política monetaria la dicta el Banco Central Europeo (BCE). Tenía que seguir, pues, las pautas de Alemania, el BCE y el FMI. En el fondo, es lo que hemos hecho desde 1959 -teniendo más margen- al atender los consejos de la OCDE y el FMI. Y nos ha ido muy bien.
Zapatero y Elena Salgado lo tuvieron que asumir en el 2010 y lo impusieron a un PSOE malhumorado. ¡Suerte! Rajoy ha seguido la misma ruta que implicaba rigor presupuestario (el déficit publico llegó al 10% del PIB) para frenar el incremento explosivo de la deuda. Y ello exigía más impuestos, menos gasto público y flexibilización de la economía -entre otras cosas, reforma laboral- para hacer la devaluación interna y volver a crecer. Sin euro, España habría devaluado y hemos hecho una devaluación interna: baja de salarios, de los activos y de los precios. Y ha salido bien con la ayuda europea (el rescate bancario de 40.000 millones) y la política expansiva -Draghi ha logrado la tolerancia alemana- del BCE. No todo -ni mucho menos- es mérito de Rajoy, pero sin subida de impuestos, recortes y reforma laboral lo habríamos pasado mucho peor. El calvario griego -ahora empieza la segunda parte- está ahí.
Ha acertado en Catalunya y en la economía pero ha ido perdiendo credibilidad. A Artur Mas había que pararle los pies pero con buenas maneras, no de forma autoritaria. Llevándole a la mesa de negociación y cediendo cosas. Aznar, más cerrado que Rajoy, cedió competencias a los Mossos. Y teniendo la mayoría garantizada, por el pacto con Pujol, hizo ministros a Josep Piqué y a Anna Birulés -que no eran del PP- para garantizar la conexión con la sociedad catalana. Rajoy ha fiado todo al PPC, a Jorge Fernández y Alicia Sánchez-Camacho. Como política hacia Catalunya es muy pobre. A Mas había que decirle no pero había que poner la oreja en Barcelona y Rajoy no lo ha hecho. Es un gran error. Máxime porque el aumento del independentismo es fruto de la sentencia del Constitucional, a instancias del PP en la oposición. Creían que el Estatut (y la negociación con ETA) harían caer a Zapatero y se volvieron locos.
Prepotencia
Con la economía pasa algo similar. Rajoy siguió el guiónde Bruselas -como Zapatero- olvidando las grandes promesas hechas en la oposición. Como era natural, no tenía la varita mágica y los recortes aumentaron. Y falló a sus electores de derechas subiendo el IRPF y el IVA. Tenía que hacerlo. Pero cuando rectificas no puedes mirar por encima del hombro y proclamar que los otros son incompetentes e irresponsables. De alguna forma debes admitir que rectificas. Montoro era necesario, pero un Montoro humilde, no prepotente. Y la reforma laboral exigía mano de hierro en guante de seda.
Rajoy ha hecho lo que tenía que hacer. Lo inevitable.Pero no ha sabido -muchas veces ni intentado- convencer. Por eso ahora no inspira confianza. Los electores lo que premian es la seguridad económica a medio plazo, no el triunfalismo ministerial. Quizá la lluvia fina de buenos datos económicos de los próximos meses cambie las cosas. No es seguro. Y enquistarse -creer que la economía irá bien gracias al PP y los españoles lo acabarán reconociendo- puede ser contraindicado.
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