La rueda

La firmeza de Salmond y el caos de Mas

SAÜL GORDILLO

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Este mes de agosto se ha fugado con el espejismo de una vuelta de tortilla. En Escocia, donde parecía que el  a la independencia lo tenía más que perdido, el esprint final de Alex Salmond ha provocado un vuelco anímico entre los nacionalistas escoceses. En Catalunya, en cambio, el escándalo de Jordi Pujol y la división interna de CiU han minado la moral de los independentistas, que se las prometían felices antes de las vacaciones. Una de las muchas diferencias entre Escocia y Catalunya, aparte de lo demócrata que es David Cameron aceptando el referendo y lo intransigente que es Mariano Rajoy criminalizando la consulta, es que la firmeza del  de Salmond contrasta con la práctica descomposición del Govern de Artur Mas. El líder escocés apura la campaña hasta el 18 de septiembre, mientras que Mas parece incapaz de poner orden ante tantas ocurrencias, excesos de protagonismo o, en la peor de las hipótesis, deslealtades de sus consellers y vicepresidenta.

Hoy empieza un nuevo curso político y un septiembre que quizá sea el más incierto y decisivo de las últimas décadas para la relación entre España y Catalunya. En los despachos se respira un aire de grave preocupación por el llamado choque de trenes, mientras las redes agitan la movilización, en sentidos opuestos, con la mirada fijada en la doble cita del 11 de septiembre en la calle y del 9 de noviembre en el colegio electoral. Un septiembre no apto para la rentrée de los románticos de la tercera vía.

Salmond ganará aun perdiendo el referendo, porque Escocia obtendrá más autogobierno sí o sí. Mas, que el 11 de septiembre podrá lucir por todo el mundo imágenes de una Barcelona llena de independentistas, lo tiene más peludo si no acaba usando las mismas armas que en Escocia: las urnas.