Geometría variable

La estulticia también habita en la izquierda

JOAN TAPIA

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El 19 de agosto, y pese al pleno sobre la aprobación de la ayuda a Grecia, la política española se nota veraniegamente pacificada. Más en Euskadi, donde ETA es cada día un recuerdo más lejano e Iñigo Urkullu insinúa que Artur Mas peca de aventurero y que el PNV ya rectificó hace tiempo el 'error Ibarretxe'. Claro que eso se dice pertrechado tras el concierto vasco y conviene recordar que los predecesores de Oriol Junqueras se conformaban con algo menos contante y sonante como el Estatut que salió del Parlament (el anterior al pacto Mas-Zapatero).

Pero hay hechos que indican que la política padece una acelerada pérdida de materia gris. La democracia europea es resultado de la confrontación-cooperación de la derecha y la izquierda. Sobre todo de los liberales y democristianos por un lado y los socialdemócratas por el otro. Eso creó el modelo europeo que ahora todos defienden (o añoran) aunque algunos critican -sin piedad y con poca consistencia- a quienes lo construyeron.

En esto cierta derecha y cierta izquierda compiten por el premio a la estulticia. He subrayado a menudo la cerrazón patológica de mucha derecha, por ejemplo respecto a Catalunya. Pero estos días la indigencia de alguna izquierda me deja atónito.

Lo más aparatoso y trascendente es el voto de Izquierda Unida (Alberto Garzón, autopresentado como renovador) contra la ayuda española a Grecia de 10.146 millones de euros (la parte que nos toca del tercer rescate europeo de 86.000 millones). Todo es opinable, pero votar contra el rescate que el Gobierno griego de Syriza (tras múltiples errores) ha tenido que implorar a los otros 18 países del euro es de manicomio (de los de antes). ¿Qué pretende IU? ¿Hacer causa común con los democristianos alemanes de derechas para que Grecia se quede sin el crédito y tenga que declararse en quiebra? ¿Agravar las condiciones de vida de los griegos para que hagan la revolución? ¿Castigar a Tsipras por no haber llevado su locura hasta el final y no haberse lanzado al precipicio? ¿Quedar bien ante no se quién sabiendo que la ayuda se aprobará con los votos del PP y PSOE?

En este caso, la posición de Podemos, que ha dicho que hubiera votado a favor, parece más razonable. Y Garzón ha arrastrado no solo a Joan Coscubiela (pese a que ICV no es IU), sino a ERC. Incomprensible.

Otro hecho patológico es el de Compromís, del que algunos amigos valencianos me dicen que -con un PSOE magullado y averiado- es la auténtica opción de protesta con futuro contra la derecha de Paco Camps, Rita Barberá y Eduardo Zaplana. Francamente, si la autenticidad es prohibir la programada actuación en el festival de música Rototom de Benicàssim de un cantante judío americano porque se ha negado a hacer unas declaraciones previas sobre la actuación de Israel en Palestina, me parece que Compromís no es el futuro, sino un peligroso salto atrás. Locos haylos en todas partes y al menos aquí se ha rectificado con más rapidez que la Inquisición contra Galileo. Pero tarjeta amarilla a la ultraactiva Mónica Oltra, que ha permanecido callada demasiadas horas ante un intento de estalinismo cultural.

Pero Catalunya es España (al menos, por el momento) y la petición de Jordi Sànchez, que pretende ser un intelectual por encima de los partidos, de una "moratoria electoral" la tarde del 11-S -el primer día de campaña- me parece otro disparate descomunal. La Assemblea Nacional Catalana apoya a Artur Mas para que convoque elecciones el 27-S y la campaña empiece el 11-S y luego quiere que la tarde de ese día haya una "moratoria electoral" para no perjudicar el carácter unitario de su manifestación. El tan español "yo me lo guiso y yo me lo como".