La escopeta del 'pequeño Nicolás'

Una cara armada de cemento y una banderita de España en el reloj pueden hacerte millonario

ANTÓN LOSADA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Se puede contar la historia de España a través de sus pícarosEl Lazarillo de Tormes Rinconete y Cortadillo retratan aquella España imperial donde la mayoría se moría de hambre mientras mendigaba limosna a los nobles que saqueaban las Américas. El Buscón El Buscónencarna aquella España inculta y miserable que seguía mendigando para comer y engañando a sus pretenciosos hidalgos cuando ni siquiera era ya imperio. La novela realista nos ha dejado una poderosa galería de pícaros en blanco y negro que huyen a la ciudad escapando de los delitos en su pasado rural. En La escopeta nacional La escopeta nacionalel maestro García Berlanga nos presentaba al pícaro del siglo XX, ese emprendedor que progresa adulando a la insaciable élite franquista que vive del expolio de los trabajadores que hicieron posible nuestro desarrollo industrial.

El pequeño Nicolás Nicolásencarna al pícaro con Facebook y smartphone. Un jeta que ha sido lo suficientemente listo para percatarse que este es un país lleno de jetas temerosos de verse descubiertos. Su mayor habilidad ha sido darse cuenta de que en España nadie hace preguntas si te comportas como si supieras todas las respuestas. En un país donde tantos negocios y contratos públicos se cierran en los palcos de los estadios de fútbol, en las corridas de toros o en las clásicas cacerías, un buen traje, una buena memoria para los nombres y los detalles, una cara armada de cemento y una banderita de España en el reloj pueden hacer milagros y hacerte millonario.

El pequeño Nicolás es el tuerto que es rey en un país de ciegos. Su relato actualiza el timo de la estampita. Enseña un secreto que parece el primero de un fajo de varios miles, pero debajo solo hay recortes de papel de periódico. Tiene muchas cosas que contar y puede haber «muchas dimisiones», pero no va a desvelar nada concreto porque es secreto de sumario. Le pidieron que hiciera cosas «alegales», pero no las detalla porque es un patriota. Solo seduce a mujeres porque es un caballero español. Su vida recuerda al guion de un mal programa de misterio. Lo interesante siempre es lo que no se puede ver o no se puede contar. El pequeñopequeño Nicolás ya no sabe qué es una verdad. Si se topase con una, llamaría asustado a la policía. Pero le asiste la credibilidad que transmite quien se ha creído sus propios inventos.

En un país serio al final del espectáculo todos le habrían pedido que devolviese el dinero de sus entradas. Pero, de manera asombrosa, todas las altas instancias que se han sentido aludidas por nuestro jetapícaro profesional han corrido a desmentirle con una celeridad que en España solo se produce cuando al poder le entra un ataque de pánico. Los disparos de la escopeta nacional del pequeño Nicolás han hecho blanco. Solo se desmiente aquello que parece ser verdad pero no lo es. En la Casa Real, en Vicepresidencia, en el Ministerio de Economía o en el CNI deben tener tan bajo concepto de sí mismos que les parece que hasta un selfiecomo el pequeño Nicolás le puede parecer verdad a mucha gente, generar más confianza que ellos y acabar convertido en una amenaza para el Estado. El pequeño Nicolás es el retrato andante de España, ese país de cartón piedra que se derrumba con estruendo como si fuera de piedra mientras unos pocos hacen sus negocios.