La convergencia federal

JOAQUIM COLL

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En marzo, Albert Rivera ya admitía la necesidad de llevar a cabo una revisión constitucional. Anteayer reunió por primera vez a una comisión de sabios, bajo la doble batuta del economista Luis Garicano y del catedrático Francesc de Carreras, para abordar una propuesta con la que acudir a las generales. C's se propone principalmente aumentar la independencia de la fiscalía respecto del Gobierno, clarificar el marco competencial entre el Estado y las autonomías, abordar una nueva financiación con principios federales, incluyendo a las comunidades forales, y reformar el Senado para que sea una verdadera cámara de representación territorial, trasladándolo incluso fuera de Madrid. Aunque en el partido de Rivera siguen hablando de mero ajuste técnico para no asustar al electorado más temeroso, abordar esas cuestiones supone entrar de lleno en el camino de la reforma de la Constitución. No es abrirla en canal, pero sí llevar a cabo una profunda puesta al día, en sintonía con lo que propugna el PSOE desde hace tiempo, que quiere también constitucionalizar nuevos derechos sociales y civiles.

Ciudadanos y socialistas, pues, pueden converger fácilmente en una senda federal que permita clarificar y cerrar el modelo territorial. En esta aspecto, las propuestas están muy trilladas y existe un amplio consenso académico. Lo que falta es voluntad política. Que el PSC renuncie en el programa de las autonómicas al llamado derecho a decidir y que Miquel Iceta admita ahora que es un «subterfugio» inventado por los secesionistas, es un hecho muy relevante tras tres años de haber rendido pleitesía al mayor mantra del soberanismo. La incorporación de Carme Chacón como cabeza de lista por Barcelona para las generales es otro gesto en este proceso de clarificación que finalmente redunda en la credibilidad de la propuesta federal que abandera Pedro Sánchez. Más vale tarde que nunca. La duda es si a estas alturas será suficiente para evitar otro descalabro electoral el 27-S.

Quien tendrá que clarificar también su posición en Catalunya es Podemos y compañía. Que la monja Teresa Forcades opte finalmente por llamar a la puerta de la CUP es coherente con un proceso constituyente que lo quiere para alumbrar la república catalana. En cambio, los conmilitones catalanes de Pablo Iglesias y otros compañeros de viaje como ICV tendrán que aclarar hasta dónde están dispuestos a llegar con el derecho a decidir si no quieren correr el riesgo de verse arrastrados, en caso de que la Cupvercgència sume 68 diputados, a una contradicción parecida a la del PSC. Cuando la fuerza de Podemos en las próximas Cortes generales no alcance para el proceso constituyente estatal que postula para arreglarlo todo, Iglesias tendrá que aceptar que el mínimo común denominador del cambio en España pasa por la convergencia federal. Y si no, al tiempo.