MIRADOR

La comparecencia

XAVIER BRU DE SALA

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Joseph Conrad es conocido sobre todo por la novela El corazón de las tinieblas, que ha inspirado mucho cine. Pero mi personaje preferido de Conrad es Lord Jim. Jim es un cadete de la marina británica con un sentido tan exacerbado del honor y el cumplimiento del deber que los compañeros, en parte por admiración y en parte por burla, lo rebautizan como Lord Jim. Los sueños de heroicidad de Jim se hunden en un momento de pánico, cuando, junto al capitán y los otros tripulantes, abandona el barco, convencido como ellos de que no tardará en hundirse y morirá la multitud de peregrinos musulmanes que transporta a través del océano Índico. Pero el barco no se hunde y se descubre el máximo deshonor del capitán y de Lord Jim. Por un instante de miedo, una vida de oprobio y vergüenza, no del todo redimida por una heroicidad final.

La vida de Jordi Pujol es digna de ser trasladada a la novela y al cine. Lástima que no dispongamos de un genio como el de Conrad, que habría podido trazar la contrafigura de Lord Jim: sueños de heroicidad y salvación casi mesiánica de su pueblo, que condujo desde la presidencia por desérticos cerros durante la mitad de tiempo que Moisés al pueblo escogido por el Sinaí. Nuevas tablas de la ley, sobre la honestidad y la integridad de los catalanes. Y no un momento de debilidad y cobardía para salvarse de un peligro extremo como Lord Jim, sino una vida entera de hipócrita y farisaica actuación contraria a la honorabilidad predicada con su supuesto ejemplo.

En vez de una caída inicial, una confesión final, forzada, confusa y poco creíble. Oprobio sin posibilidad de redención. Lord Jim se decepciona a sí mismo. Pujol ha decepcionado a los catalanes. Lord Jim asume su culpa. Pujol levanta la cabeza. Lord Jim es consciente de la enormidad de la distancia entre sus principios y su falta. Pujol pregona con su actitud que está por encima, no por debajo, de la moral convencional que aconseja a los pobres desgraciados de clase media y baja.

¿Qué se le puede decir en el Parlament? Esto y más. Conminado incluso por su partido, aún no ha dicho que irá. Del mismo modo que fue a casa de la hermana y el cuñado a informarles de que habían sido excluidos de una herencia fantasma con dinero real escondido en el extranjero, deberá comparecer. No para redimir, sino para expiar; no para dar explicaciones o justificarse, sino para admitir su moral fraudulenta y el engaño permanente a los catalanes. Pero aunque comparezca, no afrontará la verdad, sino que tratará de enmascararla. Con los intentos de subterfugio para eludir la acción de la justicia ha demostrado que esto es todo el que sabe hacer.

Por cierto, Lord Jim proclama su culpa irreparable ante el tribunal y se exige el castigo más severo.