La rueda
La cobra de Rajoy
Si no hablaron y encima la foto les salió deslucida, ¿qué sentido tuvo el encuentro?
Olga Merino
Periodista y escritora
Escritora y periodista. Master of Arts (Latin American Studies) por la University College of London (Beca La Caixa/British Council). Fue corresponsal de EL PERIÓDICO en Moscú en los años 90. Profesora en la Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès. Su última novela: 'La forastera' (Alfaguara, 2020).
OLGA MERINO
Hacer la cobra es una expresión que utilizan mucho los jóvenes con el significado de retirar la cabeza para zafarse de un beso no deseado mediante un movimiento rápido y brusco, similar al de la cobra cuando repele un ataque. La cobra, sí, ese ofidio que despliega una especie de caperuza, semejante al tocado egipcio de Tutankamón, cuando está irritada o percibe peligro.
O sea, una situación parecida a la que debe de encontrarse Mariano Rajoy, quien prefirió abrocharse la chaqueta y dejar a Pedro Sánchez con la mano tonta en el aire, una mano la del líder socialista que muestra, por cierto, demasiada muñeca: las mangas de la americana nunca le llegan adonde deberían, como si el traje no acabara de encajarle.
MERO GESTO
Vacía de contenidos, más que una nevera a fin de mes, la reunión que ambos mantuvieron se quedó en la cobra, el mero gesto y la letra pequeña de ese lenguaje corporal que tanto expresa a falta de palabras. A saber: las quijadas apretadas de Sánchez, que intentaba aparentar un dominio de la situación que en realidad no tiene, la mirada suspendida en el infinito de Rajoy y esa boca suya algo borbónica que siempre parece murmurar el mantra de «a mí, que me registren». Si no hablaron y la foto les salió deslucida, ¿a qué se reunieron?, ¿qué sentido tuvo el paripé?
Y a todo esto, Rita Barberá aforada. La del 'caloret', la que se gastó 278.000 euros en comidas, viajes y hoteles de lujo. Con la soga de la corrupción cada vez más prieta, Rajoy no se da cuenta de que su tiempo ya pasó.
Tirando del símil de la cobra, debo confesar que, a pesar de su mala fama, de la Biblia y todo eso, a mí las serpientes me fascinan. Son listas. Enroscadas sobre sí mismas, parecen adormiladas, ajenas a todo, cuando en realidad están calibrando el momento propicio para actuar. Zas. Lo malo es que no tienen patas. Patas para largarse con el paso firme cuando toca.
- Una intensa granizada impacta en Barcelona y el litoral catalán
- El SMS que Hacienda está enviando a todos los que han hecho esto en su declaración de la renta
- Sumergir los pies en vinagre, la nueva tendencia que arrasa: estos son sus beneficios
- Catalunya rechaza el reparto de menores no acompañados llegados a Canarias que propone el Gobierno
- Encuesta elecciones Catalunya: El PSC se afianza en cabeza y Junts toma la delantera en su pulso con ERC
- Saltan las alarmas por el estado de salud de uno de los Mozos de Arousa
- Una familia recupera la titularidad de un piso de Girona tras varios intentos de desahucio
- Un luchador iraní es golpeado por el público y suspendido de por vida tras pegar una patada a una chica en el ring