Pequeño observatorio

La canción que crea escenas

JOSEP MARIA ESPINÀS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hacía una mañana apacible, lucía el sol pero con poca fuerza. Y con una sorprendente rapidez han aparecido unas nubes, mejor dicho: una lisa placa nubosa que avanzaba rápidamente. Y de golpe lo que parecía una lámina compacta pero fina se ha deshecho y se ha puesto a llover. Los cristales de mi ventana han comenzado a llenarse de pequeñas gotas que se adherían sin resbalar. El vidrio parecía un bordado de agua. He visto, ventana allá, como el aire se oscurecía y el día se convertía en un prematuro atardecer. No hacía viento. El paso del tiempo parecía detenido. Al otro lado de la calle, detrás del balcón, se había encendido una luz.

Entonces he recordado las palabras de una canción de Brassens. «Llovía en la carretera y ella caminaba sin paraguas. Yo tenía uno, que había robado a un amigo aquella mañana. He corrido hacia la chica y le he propuesto algo de refugio. Secándose el agua de su cara, muy dulcemente me ha dicho que sí»el cantante poeta lo resume en dos versos: «Un pequeño rincón de paraguas a cambio de un rincón de paraíso».

Siempre me ha seducido la poesía que describe una escena. Mucho más que los grandes poemas que suben hacia la trascendencia. De ninguna manera menosprecio las ambiciosas, y a veces magníficas, construcciones poemáticas. Hablo de la punzada de emoción que, a menudo, he sentido al leer o escuchar una canción.

Limitación voluntaria -o instintiva- de palabras para hacer vivir una situación concreta a un lector o un cliente. Para mí, las buenas canciones son eso: el retrato con palabras sencillas pero precisas de un hecho, de una situación. Brassens termina la pequeña historia diciendo que al cabo de un rato la chica tenía que coger otro camino. Le da las gracias y, alegremente, se aleja por el camino del olvido.

Casi nada. Ninguna ambición trascendente. La lluvia, un paraguas, una chica, un adiós. Pero una escena que late cuando la escuchamos o la leemos.