IDEAS

La burbuja

ÓSCAR LÓPEZ

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Fue hace cuatro días. Escuchaba El món a RAC1 y Jordi Basté reflexionaba sobre un tema que lleva enquistado en mi cabeza desde hace días. ¿Cómo es posible que en este país existan tantos festivales de música? ¿Cómo se puede sobrevivir a ese exceso de oferta y a esos precios, si para disfrutar en un solo fin de semana de Jamie CullumElton John y Els Amics de les Arts, hay que dejar en caja más de 200 euros por cabeza y tener el divino don de la ubicuidad? Miren el listado festivalero de julio y acabarán estresados: Iboga Summer en Cullera, Jazzaldia en Donosti, FIB en Benicàssim, Cap Roig… para qué seguir. Me cuentan los que saben que estamos ante una burbuja que ya ha tenido consecuencias, como las recientes cancelaciones por falta de público del A Hard Rock Night de Madrid y Zaragoza, y el Jiwapop de Montcada i Reixach. Lo dicho, que burbujeamos musicalmente, pero bendita hinchazón. Ojalá pudiera gritar que vivimos en una burbuja literaria donde los festivales librescos nos salen por los ojos. ¡Si a los periodistas culturales a lo sumo nos vienen a la cabeza cuatro nombres y casi todos del género negro! Así que pido encarecidamente una burbuja a quien corresponda, una inmensa burbuja literaria que algún día reviente y desparrame por este país libros y escritores que tiñan de historias nuestra existencia. Quiero tener la oportunidad de aburrirme por escuchar a los autores hablar de sí mismos; tener la opción de pagar a actores de prestigio para que lean fragmentos de libros como ocurre en Alemania; deseo que llegue el día en que compremos entradas para acceder a una Feria como en Buenos Aires; que pueda estresarme porque dos de mis festivales literarios preferidos coinciden en el mismo fin de semana; y, por Dios, necesito, antes de morir, ver inmensas colas en las que algunos lectores, como si de un concierto de One Direction se tratase, acampen un par de días antes para lograr la firma de su autor favorito.

Sí, lo sé, también necesito unas vacaciones y dejarme de bobadas. Así que feliz verano y felices lecturas, que mientras tanto, yo intentaré sobrevivir a esta envidia musical, que me tiene las meninges alteradas.