LA CORTINA DE HUMO
La batalla final
La relación de fuerzas en Unió es más compleja de lo que dice el relato oficial
Se acerca 'la batalla final', me aseguran. ¿Pero cuál de ellas? Porque hay cola a la vista. ¿La del Gobierno catalán con el español? ¿La de Esquerra con CiU por el liderazgo del soberanismo? Y citaríamos unas cuántas más, pero no. Ahora no les hablo de ninguna de estas. Porque en CiU tienen claro que la batalla final que se acerca, la que va antes de las elecciones, es la suya. La de Convergència con Unió, y la del partido socialcristiano con él mismo.
"De aquí a junio se les hará larga la cosa, a la gente de Josep Antoni Duran i Lleida", ironiza uno de sus socios convergentes en referencia a la consulta interna que la dirección de Unió ha convocado para junio de cara a fijar la posición del partido ante el 27-S. Pero desde Unió matizan: "Se nos hará largo a todos". Porque la batalla final será dura, pero las previas, que ya han empezado en escalada, apuntan maneras. Y si no lo creen, repasen la reacción airada de esta semana de la mano derecha de Duran en Madrid, Josep Sánchez Llibre, por unas declaraciones bastante en la línea convergente de siempre de dos alcaldes con poca repercusión a escala nacional, el de Mataró, Joan Mora (que no repite como candidato), y la de Figueres, Marta Felip, que nunca había salido tanto en los medios desde que sucedió en el cargo al hoy 'conseller' Santi Vila. "Están muy nerviosos", dicen de Duran y los suyos. Porque las batallas serán militante a militante, agrupación a agrupación, asamblea a asamblea, empezando por la misma UDC. Con CDC fondo, está claro.
Ahora los hombres de Duran insisten mucho en repetir que "Duran es Unió y Unió es Duran". En su equipo han captado que una idea diferente cuaja, por ejemplo vía votaciones internas que se van dando. La última, hace una semana, cuando el sector soberanista del partido ganó la asamblea en Barcelona para elegir lista de candidatos a las municipales. La ejecutiva de Barcelona está alineada con el sector soberanista del partido y la línea más pro-Duran presentó lista alternativa, que perdió con claridad. Entonces, los derrotados hicieron campaña para provocar voto de castigo en la asamblea con el objetivo de conseguir un 40% de los votos que habría permitido llevar la lista al Consell Nacional, más controlado por el oficialismo.
Los soberanistas ganaron con un 72% de los votos, solo con un 23% en contra. Porque la relación de fuerzas en Unió es mucho más compleja de lo que dice el relato oficial. Y batallas como estas, en los próximos meses, se librarán muchas. Se entienden más los nervios, ¿verdad?
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