Al contrataque

La batalla de Barcelona

Ernest Folch

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En algún momento las municipales del 24-M se convirtieron mediáticamente en unas elecciones a Barcelona, que a su vez se han simplificado en un Trias-Colau, algo así como el nuevo Barça-Madrid de la política catalana. Duelo en la cumbre de dos ideologías y dos estilos contrapuestos, tan necesarios como alejados y que a la vez se retroalimentan mutuamente en su adversidad, como pasa con las grandes rivalidades. Esto, que parece una obviedad, es de hecho una sana novedad en la política catalana, que en los últimos tiempos ha diluido en el Parlament el concepto de oposición, quizá porque lo ha supeditado todo al monotema.

De ahí la fascinación que suscita la batalla de Barcelona: es casi como un retorno a la esencia de la política, al debate de las ideas. El duelo Trias-Colau se ha reducido inevitablemente a su cliché tópico: hombre contra mujer, zona alta contra Nou Barris, la Barcelona acomodada contra la de los desahucios, los partidarios contra los detractores del Mobile World Congress, la fachada del turismo contra la de los barrios. Como en todos los tópicos, hay mucha exageración, bastante injusticia y algo de verdad, pero lo cierto es que, más que oponerse dos modelos de Barcelona, parece que se opongan dos modelos de ver la vida. En medio de esta gran confrontación, lo curioso es que Trias y Colau coinciden en un solo punto: hay que apartar el procés de la campaña electoral. Colau reconoce que votó sí-sí pero que hay temas más importantes, y Trias no solo ha dicho que «no conviene» que las elecciones del 24-M tengan un sesgo independentista sino que incluso se negó a celebrar hace unos días en el Poblenou un acto de la ANC en apoyo de los ayuntamientos soberanistas.

En Barcelona, de repente, el proceso provoca terror electoral en los dos máximos favoritos, algo que dejaría vía libre para crecer a ERC, que sin embargo no encuentra la manera de romper esta brutal polarización. La paradoja es que mientras los dos favoritos huyen en desbandada del soberanismo, su posible derrota se va a interpretar como un fracaso de sus ideas en relación con el proceso por parte de sus adversarios. Y es que el duelo Trias-Colau presenta todas las características de un duelo a la americana, y si no miren sus propios y a menudo ridículos hooligans, que se dedican a ensalzar a su candidato y a descalificar al otro.

Una contienda divina

Con lo que no contábamos es con que la contienda se transformaría en una cuestión divina: sor Lucía Caram ha alertado del peligro que correría la ciudad si ganase Ada Colau, en clara oposición a las ideas de otra monja, Teresa Forcades, que piensa exactamente lo contrario. Incluso en el cielo Trias y Colau están empatados a uno, señal de que el combate se decidirá a los puntos. Le tocará decidir al Dios de la democracia, que por suerte todavía son los electores. Y pase lo que pase, Barcelona ya ha ganado.