Análisis

La base de la desigualdad

JOSEBA ZALAKAIN

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La desigualdad ha crecido en España y somos uno de los países más desiguales de Europa. El consenso en relación a estas dos afirmaciones es amplio y pocos niegan el impacto de la crisis y de los recortes en el incremento de la desigualdad (en un país que, antes de la crisis, ya estaba entre los más desiguales de la UE). El consenso no es, sin embargo, tan amplio sobre los factores que subyacen en esa situación: el discurso mayoritario -asumido por la mayor parte de la población y de los partidos políticos, emergentes o no− acepta de buen grado la idea de que la desigualdad crece porque la distancia entre ricos y pobres es cada vez mayor. Pero algunos sociólogos, politólogos y economistas ya han alertado -y los datos lo confirman− de que el crecimiento de la desigualdad en España no se debe al creciente enriquecimiento de los ricos sino al constante empobrecimiento de los pobres.

No se trata, por tanto, de quién está arriba y quién está abajo, sino de quién está dentro y quién está fuera: de insiders y outsiders, de incluidos y excluidos. Las perspectivas no son buenas si se tiene en cuenta la previsible reducción de la demanda de trabajo de baja y media cualificación y la erosión de las bases fiscales del Estado del bienestar. No es, por tanto, de extrañar la preocupación que los organismos internacionales, incluso los más conservadores, muestran por el incremento de la desigualdad.

Crear empleo no basta

¿Cómo hacer de España un país menos desigual? La creación de empleo -y menos aún el empleo que parece generarse durante esta tímida salida de la crisis− no garantiza por sí misma una mayor igualdad. Para revertir el crecimiento de la desigualdad -desigualdad de ingresos, pero también de derechos y de oportunidades, que se transmite además entre generaciones− será necesario articular una intervención pública decidida que combine medidas redistributivas y predistributivas. Son necesarias medidas urgentes en el ámbito de la fiscalidad -cada vez menos capaz de reducir la desigualdad que genera el mercado−, la educación, la regulación de la inmigración, el mercado de trabajo y las prestaciones sociales.

Remodelar las prestaciones

Además de un nuevo modelo productivo, inevitablemente ligado a una reindustrialización inteligente y a servicios de mayor valor añadido, es imprescindible remodelar de raíz el sistema español de prestaciones sociales y reforzar de forma clara aquellas áreas tradicionalmente más desatendidas −dependencia, familia, infancia, rentas garantizadas…− de forma que puedan beneficiarse de ese sistema los colectivos ahora menos favorecidos: las parejas jóvenes con hijos a cargo, las personas con trayectorias laborales inestables y discontinuas, los inmigrantes sin apoyos, los trabajadores pobres, las personas que no se pueden beneficiar de los sistemas contributivos...

La Fundación Foessa, vinculada a Cáritas, acaba de publicar un interesante trabajo en el que se recogen algunas alternativas de desarrollo para la construcción de un sistema inclusivo de garantía de rentas. La mayor parte de los partidos incluían en sus programas electorales medidas en este terreno. Llegada la hora de formar gobiernos y de pactar programas, si aspiran a reducir la desigualdad, la construcción de un modelo sólido de garantía de ingresos y habría de ser la principal línea roja de los partidos que aspiran a mejorar el país.