La Barcelona dibujada está viva

Hay unos trabajadores admirables, en este país, y ahora me refiero concretamente al ámbito de la cultura. Estudiosos de todo tipo de temas. Por poner dos ejemplos de volumen tan contrastados; los aficionados a estudiar los grandes castillos y los estudiosos de las monedas. Ahora ha estallado la bomba investigadora que siempre acompaña -sin que se haga daño- a Josep Maria Cadena. Para resumir la actividad de Cadena quizá solo hay dos palabras: no para.

Me permito este repunte de humor porque es un gran conocedor de la pintura, del periodismo y del dibujo especialmente humorístico que ha estado presente, especialmente, en la prensa catalana.

Muy poco después de los tres volúmenes que Cadena ha dedicado a Junceda -con una ficha explicativa de todos los aspectos de cada dibujo- llega el álbum 'Barcelona vista pels seus dibuixants, 1888-1929'. Seguro que Cadena ha tenido que luchar mucho para poner coto a su elección. Aquellos años supusieron una revolución en las actividades sociales. Nacía una modernidad -con mayúsculas- y un zarandeo artístico, político, de las costumbres. Cadena organiza todo este material por temas.

Desde las sensacionales multitudes comprimidas en los dibujos de Opisso hasta el detalle de la moda femenina, estos más de 200 dibujos adquieren una gran calidad ante nuestra mirada de hoy. En el tiempo en que se publicaban, la ironía del texto era un factor que contaba mucho. El humor o la sátira eran aportaciones básicas. Ahora, examinando este álbum con calma, lejos ya de la función satírica de la actualidad, aparece la calidad de los dibujantes cada uno con su estilo. A Junceda, Apa, Picarol, Cornet, Llaverias y a muchos otros los admiramos también por la gracia de su trazo.

El tiempo ha pasado, pero el ingenio e identidad de cada dibujante se manifiesta más allá de los temas. El tema es Barcelona, pero lo que apasiona es la divergencia de miradas. Muchas 'Barcelonas'.