Editorial

La L-9 se extiende por fin al aeropuerto

La llegada del metro a las terminales es un hito decisivo del transporte metropolitano barcelonés

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Lo hace con muchos años de retraso, pero el metro llega hoy finalmente al aeropuerto de El Prat, lo que supone un auténtico hito del transporte en el área metropolitana y coloca a Barcelona en el nivel que le corresponde: el de las ciudades que tienen conexión suburbana rápida con su estación aérea. Ese es el aspecto más llamativo del ramal sur de la L-9 que ahora se inaugura, pero no el único ni quizá tampoco el más importante, porque los 20 kilómetros del recorrido (desde Zona Universitària) permitirán enlazar también puntos estratégicos como la Fira, Mercabarna y parte de la Zona Franca, además de barrios de L'Hospitalet y El Prat. Es, pues, una infraestructura esencial, en la que se prevé que haya 23 millones de validaciones anuales y que significa un paso decisivo en la imprescindible apuesta por el transporte público metropolitano.

La condición transversal de la L-9 no es solo geográfica, sino política. La línea empezó a diseñarse en la etapa final de Jordi Pujol en la Generalitat, y las obras han avanzado bajo los cuatro presidentes siguientes (dos del PSC y dos de CDC). Un signo, también, de la lentitud de los trabajos, que han ido acumulando más retrasos de los habituales por efecto de la crisis económica y las dificultades del erario. Pero está fuera de toda duda que invertir en el transporte público es invertir bien y con alta rentabilidad social. En el caso de la L-9, sin embargo, aún queda trecho por recorrer hasta alcanzar la optimización, porque el tramo norte de la línea (de Sagrera a Can Zam, en Santa Coloma, inaugurado hace seis años) queda descolgado. Y no hay fecha para unirlo, a través del Guinardó, Gràcia y Sarrià, con el trazado que hoy se inaugura. Cuando suceda, la L-9 será, con casi 48 kilómetros, la más larga de Europa.

En todo caso, el tramo que entra en servicio facilitará enormemente la movilidad, y eso es lo esencial. La nota negativa es el precio de 4,5 euros del billete desde o hasta el aeropuerto, tarifa extra pensada para que la explotación de la L-9 no sea muy onerosa. Ahora el objetivo es construir el ramal que debe adentrarse en la Zona Franca (la L-10) para dar servicio a decenas de miles trabajadores y vecinos. El ofrecimiento de Ada Colau para que el ayuntamiento financie la mitad de las obras -una iniciativa muy alentadora sobre la colaboración entre administraciones- debería acelerar el proyecto.