Editorial

El 'Katrina', diez años después

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Era el 29 de agosto del 2005. Mañana hará 10 años de que el huracán Katrina, combinado con la falta de previsión humana, provocó la inundación de la ciudad de Nueva Orleans, en EEUU. Con cerca de 1.800 muertos, más de un millón de desplazados y una fortuna en pérdidas (y reconstrucción), se trata de la mayor catástrófe natural vivida por la primera potencia mundial. Si la fuerza del huracán fue inusual, la verdadera sorpresa mundial fue comprobar las enormes deficiencias en infraestructuras que podían darse en un país como EEUU, ya que los diques de contención se vinieron abajo con suma facilidad y el agua inundó una ciudad situada en su mayor parte por debajo del nivel del mar.

Y si la catástrofe sorprendió por los daños que llegó a causar inicialmente, el mundo quedó atónito poco después al descubrir una Administración republicana incapaz de hacer frente a un drama que dejó durante días literalmente desamparadas a decenas de miles de víctimas, sin asistencia médica ni suministro de agua y alimentos , y a toda la ciudad en manos de la anarquía. La catástrofe natural se convirtió en catástrofe humana. El presidente Bush, entonces enfrascado en la ocupación de Irak, fracasó estrepitosamente en auxiliar a los suyos, un estigma que su sucesor, Barack Obama, ha recordado en diversas ocasiones.

Ayer, el presidente visitó un Nueva Orleans que se ha recuperado en gran medida, con un crecimiento superior a la medía del país, y con millones de turistas que vuelven a visitarla. Pero hay una secuela de la catástrofe que no se ha borrado e incluso se ha ampliado: la diferencia entre blancos y negros. Los distritos residenciales (blancos) y el famoso barrio francés encaran un futuro optimista, mientras que en las áreas de mayoría negra, los solares vacíos y la escasa actividad comercial indican que la herida sigue sin cicatrizar. Decenas de miles de negros lo perdieron todo y ni siquiera pudieron volver. Nueva Orleans nos muestra en este sentido, con toda su crudeza, una de las grandes lagunas de esta sociedad.

Y más allá del desastre concreto, como ha destacado Obama en su visita, el Katrina es una más de las muestras de los efectos del cambio climático. Una señal de que el tiempo para reparar nuestros desmanes medioambientales no es infinito.