Peccata minuta

Kafka es Dios

Algunos jueces y magistrados ya anticipan en su gesto y mirada el veredicto antes de oír a las partes

JOAN OLLÉ

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Si en mi anterior artículo confesé mi condición de afrancesado, después de ver el documental Ciutat morta Ciutat mortanecesité viajar siglos atrás y Francia adentro para sacarle polvo y brillo a unas palabras de Montesquieu en sus Consideraciones sobre las causas de la grandeza de los Romanos: «No hay tiranía más cruel que aquella que se ejerce a la sombra de las leyes y con los colores de la justicia». Los romanos a los que alude Montesquieu disponían de dos palabras casi antagónicas para referirse al poder: potestas y potestasautoritas; la primera la confiere el cargo; la segunda, la aprobación de las personas. Antes que Montesquieu, el griego Aristóteles ya dictó en su Política que el policía, por disponer, como James Bond, de licencia para matar debía tener enorme criterio, ya que la autoridad puede declinar fatalmente en autoritarismo y es entonces cuando Kafka es Dios y nace la tragedia.

Oído en un bar: el dueño explica a un parroquiano que su hijo se presentó junto a un amigo, hastiados ambos de tantas horas de estudio y con ganas de tomarle el pulso a la realidad, a una oposición de la Guardia Urbana de Barcelona, y, sin haber estudiado ni jota, fueron superando las fases de selección con las mejores puntuaciones, hasta que llegó la entrevista personal, en la que para seguir jugando interpretaron el papel de sujetos muy políticamente incorrectos, rozando la xenofobia, y eso no les supuso la expulsión inmediata de la oposición, sino la invitación a incorporarse en cuerpo y alma al Cuerpo. Ojalá sea la excepción.

Competencia dudosa

Algunos miembros de las fuerzas de seguridad tienen adquirida la costumbre de presentarse como representantes de la Autoridad Competente, cuando a la que abren la boca queda claro que su competencia para el cargo es escasa o nula. También algunos jueces y magistrados ya anticipan en su gesto y mirada el veredicto antes de oír a las partes. Krzysztof Kielowski, cineasta polaco, rindió homenaje a los colores de la bandera francesa, aún a media asta, en su trilogía Tres colores. En rojo puso en boca de un cáustico juez retirado y voyeur, un Jean-Louis Trintignant en estado de gracia, la gran pregunta: «¿Quién era él, un humano, para impartir justicia a los hombres?»

P.S. Art. 24.1 del Código Penal. "A los efectos penales se reputará autoridad al que por sí solo o como miembro de alguna corporación, tribunal u órgano colegiado tenga mando o ejerza Jurisdicción propia. Tendrán la consideración de autoridad los miembros del Congreso de los Diputados, del Senado, de las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas y del Parlamento Europeo. Se reputará también autoridad a los funcionarios del Ministerio Fiscal".