Análisis

Justicia, depuraciones y garantías de futuro

La ciudadanía no mira para otro lado, sino que quiere conocer lo que pasó de verdad para meditar y exigir responsabilidades

XAVIER MARTÍNEZ-CELORRIO

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El documental Ciutat morta, multipremiado en varios festivales, se emitió por fin el pasado sábado en Canal 33 y alcanzó una audiencia récord de 570.000 espectadores. No es para menos. El documental reúne rigor y fuerza a la hora de reconstruir los hechos del caso 4-F. Una terrible tragedia que está reclamando a gritos la reapertura judicial del caso y la depuración de responsabilidades en la Guardia Urbana y en el Ayuntamiento de Barcelona de por aquel entonces. El caso se salda con un agente que ha acabado tetrapléjico, tres jóvenes torturados en comisaría y la inocente Patricia Heras muerta por suicido tras haberse ampliado su condena a pesar de ser ajena al lugar de los hechos. Todo ello tras un proceso judicial que no cumplió con todas las garantías y que se basó en las declaraciones de dos guardias urbanos que luego fueron condenados por malos tratos y ahora gozan de una jubilación dorada. En medio, encubrimientos, silencios y penumbras entre los políticos locales y sus fuerzas policiales. Un caso de instituciones acorazadas y permisivas con la brutalidad policial. Un año después el conseller Joan Saura empezó a poner cámaras en las comisarías para prevenir las torturas, recibiendo una colosal campaña en contra por parte de la derecha en la retaguardia. No es cine negro de Hollywood sino un caso vivido en la Barcelona del 2006. El caso 4-F ha llegado ahora al gran público, que apenas tuvo constancia de lo que pasó en su momento. Aunque con un prolongado retraso, se nos invita a todos a hacer retrospectiva de aquellos años y elaborar una especie de balance moral. Eran los años en que Fèlix MilletBustos, los hijos de PujolPrenafeta y tantos otros robaban y se enriquecían del dinero público mientras Itziar González, la virtuosa concejala de Ciutat Vella, era amenazada por una mafia hotelera y abandonada por su partido.

Ciudadanía curtida

Todo está al descubierto y sojuzgado por una ciudadanía muy curtida que ha digerido muchas decepciones. Tantas decepciones la han hecho madurar y crecer en su grado de exigencia democrática. La ciudadanía no mira para otro lado sino que quiere conocer lo que pasó. Conocerlo para meditar y exigir consecuencias. Esa es la buena noticia. No defendemos ni la brutalidad policial, ni las mafias de corrupción ni la impunidad con que se ha arrasado el equilibrio moral. Es hora de volver a otro equilibrio y restituir los daños.

Ciutat morta es la bomba retardada que deja desnudo a todo un modelo de impunidad que ha saltado por los aires. Nunca más. Ese es el clamor tajante de la ciudadanía. Justicia, depuraciones y garantías de futuro para que no vuelvan a fallar las instituciones de nuestra democracia. Empezando por nuestra policía, que ha de ser depurada de toda práctica de cultura de la muerte, que diría Erich Fromm. Por nuestros representantes electos, que han de ser virtuosos y legalistas. Acabando por los grandes medios de comunicación, que en plena era digital no pueden silenciar lo que indigna a los ciudadanos decentes. Nunca más.