Al contrataque

Junqueras y Rivera, consuegros

XAVIER SARDÀ

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No es ficción: Vargas Llosa con Isabel Preysler. En la vida divagamos mucho pero, de repente, todo se altera. ¿Que pasaría si una hija de Oriol Junqueras y un hijo de Albert Rivera se enamorasen locamente? Sí, como en 'Adivina quién viene a cenar esta noche', pero blancos los dos. Sí, como los Capuletos y Montescos de 'Romeo y Julieta' pero a la catalana manera. Oriol y Albert, consuegros potenciales. ¿Cuál de los dos lo viviría peor? ¿A quién se tendría que desalterar con una tortilla de 'orfidales'? Lío memorable. Oriol y Albert verían cómo sus vidas, antes bien estibadas, estarían abocadas, sin duda, a la delicuescencia y la crisis.

Supongamos que la joven pareja estuviese tan intensamente enamorada, que deciden casarse. El amor es una elección absolutamente inconsciente y, en realidad, no somos dueños de nuestras decisiones en este terreno. La hija de Oriol y el hijo de Albert quieren contraer matrimonio y lo harán incluso sin el permiso de los padres. Los consuegros potenciales matizan irrevocabilidades:

–Oriol: Y el tuyo, claro... ¿no es independentista, no?

–Albert: Que yo sepa no... pero ya sabes que los hijos siempre llevan la contraria.

–Oriol: ¡Dímelo a mi! Yo creo que hay que calmarles un poco. ¿Qué prisa tienen?

–Albert: Creo que están un poco...

Oriol: ¿Locos?

–Albert: No, embarazados.

–Oriol: ¡Vaya, la soberanía de mi hija mancillada! Y además, ¡esto nos perjudicará electoralmente!

–Albert: Peor que un pacto de legislatura.

–Oriol: Hay una condición básica para la boda. Que sea en catalán.

–Albert: No, 50% en catalán y 50% en castellano.

Oriol: ¿70-30?Pero... ¡sin banderas españolas!.

–Albert: Vale, de acuerdo, pero... ¡sin 'estelades'!.

Los amores imposibles siempre han desatado la pirotecnia de las oposiciones más radicales y de la tragedia correspondiente. Imaginemos más insurgencias pasionales: La exclaustrada monja Forcades, locamente enamorada del exclaustrado ministro Wert. Nadie está vacunado contra la pasión sexual .'Vox populi, vox Dei'. Christine Lagarde y Yanis Varoufakis. Pura pasión sexual. Griego, sí. El final sería musical: «Na te debo, na te pido, me voy de tu vera , olvídame ya...». Un hijo de Rajoy con un hijo de Bárcenas. Boda gay por todo lo alto justo antes de las próximas elecciones. Imagino los sms: «Tú sabrás a que están jugando, Mariano». «Luis, seamos fuertes».

El amor es siempre rompedor, enemigo de las convicciones minerales e inalterables. No quiero ni imaginar un Pablo Iglesias–Dolores de Cospedal. Claro que desde lo de Vargas Llosa e Isabel Preysler, la ficción queda en nada.