Un baño de realismo
El plan presupuestario de Junqueras entraña un ejercicio de pragmatismo que deberían emular los restantes actores del proceso soberanista
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Como aliado del Artur Mas, ERC apoyó por dos veces los que definió como “los últimos presupuestos de la Catalunya autonómica”. El departamento de Oriol Junqueras presenta ahora su primer proyecto presupuestario, de inconfundible aroma autonómico: acata el objetivo de déficit fijado por el Estado pese a elevar el gasto social y se ajusta escrupulosamente a las competencias constitucionales de la Generalitat. Todo en regla.
El vicepresidente catalán ha tanteado con los ministros De Guindos y Montoro las lindes que separan la contabilidad imaginativa del artificio presupuestario. Con el Reino de España y sus autonomías bajo la lupa europea, la discrecionalidad para computar ingresos y gastos se estrecha, pero no se esfuma. Y en ese angosto desfiladero Gobierno y Generalitat no son adversarios, sino compañeros de fatigas. No en vano Catalunya representa el 20% del PIB español.
Tras negociar (y lograr) el plácet de Hacienda a su plan de ajuste, Junqueras presenta un presupuesto socialmente expansivo que satisface dos objetivos: dar lustre a la pátina de izquierdas que ERC aporta a Junts pel Sí, marcando perfil frente al socio, y fortificarse en la centralidad independentista, en medio de la guerra que libran CDC y la CUP.
La primera batalla la ganaron ERC y CUP con la declaración de desobediencia del 9-N, cuyo afán rupturista no se atisba, por cierto, en el borrador presupuestario. La segunda escaramuza se cobró la cabeza de Mas, sin que los 'cupaires' se sientan concernidos por el compromiso de estabilidad que aquél esgrimió para ensalzar su renuncia. La tercera, acaso la última, llegará en julio con la votación de las cuentas.
¿Vuelta a las plebiscitarias?
Junqueras ha perimetrado un terreno negociador --leve alivio del IRPF para las rentas bajas, alza para las altas-- que hace chirriar los engranajes del partido aún llamado Convergència e inquieta también a la CUP, más habituada a la barricada que al trueque parlamentario. Si ERC se ha dado un baño de realismo, otro tanto deberán hacer el resto de actores del proceso soberanista si no quieren regresar, como apuntó Mas, a la casilla de las plebiscitarias.
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