Dos miradas

La verdad de Mas

Mas volverá a ser aupado como un héroe por algunos. Para otros, será un villano irresponsable. Y no habrá más verdad que la de los intereses de cada cual

Artur Mas, en su despacho del Palau Robert, el pasado jueves.

Artur Mas, en su despacho del Palau Robert, el pasado jueves.

Emma Riverola

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Nunca sabremos la verdad. Esta máxima, aplicable a casi todo, podría ser el titular de los últimos años en Catalunya. Un tapiz donde los hilos de la justicia y la política, de las ambiciones colectivas y las personales, de las fragancias de los sueños y los hedores de las cloacas se han entremezclado hasta crear un engendro que nadie ve del mismo modo. Las prisas de los que buscan una meta se han sumado a las de los que buscan una huida. Y se ha conformado una carrera colosal a la que se han sumado cientos de miles de personas. 

Ahora sabemos que, en el 9-N, bajo las voces de la épica, estaba el susurro de un pacto entre el Gobierno catalán y el español que Artur Mas dilapidó al hacer como 'president' una lectura pública de los resultados. Este lunes va a juicio por ese pulso. Y es un juicio que también tiene aspecto de pulso. Duelo de realidades. No hace ni una semana que el 'caso 3%' (qué pequeña queda esa cifra) se estrechó más alrededor de Mas. Y quizá la operación fue oportunista. Tanto como el silencio que aquí y en Madrid se extendió sobre la corrupción nacida en la 'era Pujol'. La paz política enriqueció mucho a muy pocos (los mismos que dictaban lecciones de moral) y todos pagamos su precio. Nunca sabremos cuánto podría haberse hecho con todo lo robado. Este lunes, Mas volverá a ser aupado como un héroe por algunos. Para otros, será un villano irresponsable. Y no habrá más verdad que la de los intereses de cada cual.