Análisis

Juegos en Grecia

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JOAN ENRIC RICART

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Una característica que siempre destaca cuando se habla del ministro de Economia griego, Yanis Varoufakis, es que es profesor de teoría de juegos. ¿Por qué? Es curioso que esta característica esté por encima del hecho de que es físico, que hizo un máster en matemática estadística y un doctorado en economía. Está también por encima de sus trabajos en economía política, a pesar de ser su dedicación actual. Y de otras características personales como su mal carácter. Por encima de todo destaca que es profesor y ha escrito libros sobre teoría de juegos, todos desde una perspectiva crítica.

La razón más obvia para esta afirmación es su involucración desde las elecciones griegas en la negociación con la troika o las tres instituciones. Y toda negociación es formalmente un juego entre las partes. Quizás el lector pensará que no parece muy lógico considerar esta negociación como un juego. Y tendrá razón si pensamos en juegos para jugar o de niños. En la teoría de juegos un juego es una interacción con unas características específicas en la que los jugadores definen sus estrategias, ejecutan sus movimientos y esto produce unos resultados asociados con unos pagos específicos para cada una de las partes involucradas. Y visto así, estamos frente a un juego.

Hay una tendencia natural a pensar que en una negociación una parte gana y otra parte pierde. En la literatura de juegos diríamos que situaciones de este estilo son juegos de suma cero. Si en la compra de un objeto solo importa el precio, con un precio más alto gana el vendedor, con uno más bajo, el comprador. Sin embargo, en general, las negociaciones son más complejas, son lo que llamamos de suma no cero. Eso quiere decir que en una negociación es posible que ambas partes ganen y terminemos creando valor.

Si entra en juego otra dimensión, por ejemplo la calidad, siempre que esta sea subjetiva y por tanto las partes la valoren de forma distinta, si el comprador valora más la calidad que el vendedor seguro que hay un precio en el que el vendedor está satisfecho de vender y el comprador de comprar. Por tanto, negociaciones complejas que involucran muchos elementos abren oportunidades de buscar soluciones relativas que mejoren la posición de ambos jugadores, no de uno en contra del otro.

Sin embargo todo ello no es nada fácil, sobre todo cuando hay información privada en cada una de las partes. Cuán importante es más austeridad para el nuevo Gobierno griego. Quizás aceptable mientras no se toquen las pensiones pero inaceptable más allá... Y el gasto social, ¿es más o menos importante?

Un problema que se debe tener en cuenta es que si se revela mucha información se pierde poder de negociación. Si soy un comprador y se sabe que valoro mucho el objeto, difícilmente lograré un buen precio. Revelar información es a veces peligroso pero necesario para avanzar en soluciones creativas. En definitiva, un juego pero complejo.

Varoufakis es profesor en juegos, pero no parece haberlo hecho muy bien pues ha logrado molestar a la troika que ha pedido su sustitución. Grecia ha apostado fuerte, quizás demasiado fuerte y, si la cuerda se rompe, la negociación no solo no creará valor sino que lo destruirá. Quizás no tenían una mala estrategia, pero el carácter del ministro ha vuelto a ser el problema... O quizás es que cada negociador representa a una parte tan amplia con tantos intereses que lejos de crear opciones novedosas aplica políticas establecidas que aunque no ayudan de verdad tampoco crean nuevos riesgos a los negociadores.

Dado lo difícil de este juego, mi consejo a las partes sería dejar de buscar estrategias para mejorar la posición de cada parte y hacer esfuerzos por cambiar la naturaleza del juego. Esto no va de rescatar a Grecia y de quién paga la deuda. Esto va de cuál es la Europa que queremos construir. Quizás aquí el juego puede ser más creativo.