Peccata minuta

Jubilosos jubilados

JOAN OLLÉ

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Entre los cuatro suman 308 años -lo que da una media de 77-, y no obstante son lo más de lo más y están de rabiosa actualidad. Empiezo por Leonard, el menos niño, que el primer día de este otoño cumplió los 80; tal vez a eso sea debida, además de compartir pitillos y palabras con demasiadas mujeres, su voz de humo sucio. Judío de ascendencia lituana, ordenado monje budista en 1996, siempre prefirió los trajes Armani a los blue jeans. Nos contó su noche con Janis Joplin en el Chelsea Hotel de Nueva York y comimos naranjas de la China peladas por Suzanne Verdal, compañera de su amigo el escultor canadiense Armand Vaillancourt. Todos los músicos de calle, creyentes o no, cantan su Allellujah. Hace cuatro días sacó el disco Popular problems.Anteayer, día jueves 20-N, Paco Ibáñez Gorostidi cantó en la Sevilla de la duquesa de Alba para celebrar sus primeros 80 años. ¡Mira que nacer el mismo día que palmó el otro! Y lo hizo el republicano año 34 en Valencia. Luego fue vasco, francés, un poco hebreo… hasta compartir querer y piso en la barcelonesa calle de València con Júlia, homónima de la hija de José Agustín. Confiesa ser soldado catalán y trabaja con tanto esmero la amistad y la madera como pule con suave lija las sílabas de Góngora, Lorca o Goytisolo. Lo primero que hace por la mañana es abrir todas las ventanas para que los vientos del pueblo le despeinen.

Los Reyes Magos depositaron en Asti, Lombardía, Italia, el 6 de enero del 37 al después vibrafonista y avvocato Paolo Conte, que no cantó sus canciones, por vergüenza, hasta el 74. Surrealista artista de variedades jazzísticas, chansonnier de mostachudo corbatín en todas las lenguas de la más vieja de las Europas, patentó un afónico cabaret de Mocambos y Politeamas en el que incluso cabían las verdes milongas de Atahualpa o cualquier otro Dios. Acaba de publicar Snob, palabro que, como todo el mundo sabe, es sinónimo de innoble.

Joan Manuel Serrat Teresa, parido en el Poble Sec entre la Navidad y los Santos Inocentes del 43 -año con nombre de licor-, tornero fresador y sexador de pollos, después de celebrar con una antología de cuatro discos compartidos con sus amiguetes su medio siglo de carrera (¡No se me pierdan la Lucía con Silvio Rodríguez, auténtico milagro de sintonía entre seres humanos!), se ha largado a Las Vegas a recoger el premio Grammy que una de las dos Américas que nos hielan el corazón finalmente ha tenido a bien otorgarle. Antes, ¡mecachis!, lo obtuvo Miguel Bosé, pero Joan ya era chevalier de la Légion d'Honneur, título que confiere el alto poder de seguir siendo el más guapo del rellano.

Tal vez ninguno de los cuatro sea tan sabio ni moderno como Bach o Shakespeare, pero no me digan que no es un lujazo ser contemporáneos de este póquer de jubilosos jubilados.