Peccata minuta

Juanjo Puigcorbé

JOAN OLLÉ

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Compartí con él una jornada muy particular: los dos veinteañeros nos personamos a primera hora de la mañana en un local de la Baja de San Pedro (hoy Sant Pere més Baix), nos calzamos unas mallas, evolucionamos a cámara lenta ante un perplejo jurado de señores de bigote recortado y fijapelo y salimos de allí con un carnet rojinegro con su yugo, sus flechas y nuestra foto grapada al cartoncito. !Ya éramos artistas de variedades!

Luego, en el 77, coincidimos en el Saló Diana, un desvencijado teatrucho de la calle de Sant Pau en la que una panda de anarco-titiriteros, liderados por Mario Gas y Carlos Lucena, reensayamos el mayo del 68. Un día recalaron allí los del mítico Living Theater con uno de sus actores 'perjudicadísimo', con más porros en el cuerpo que porras en las manifestaciones. Que nos quiten lo bailao.

Y, por arte de azar, en 1989, el viejo régimen y lo libertario se fundieron en Puigcorbé, que interpretó genialmente (The bròquil is over!) todo el calculado nacionalsurrealismo de un Salvador Dalí salido de la pluma del doctor y dramaturgo Josep Maria Muñoz Pujol. La obra se llamaba Vador y yo casi la dirígí. Y digo casi porque Juanjo era un perfeccionista maníaco-obsesivo: invertimos mil madrugadas enmendándole la plana al autor, que lo consintió todo.

También tuvo sus escarceos monárquicos, compartiendo mesa en más de una ocasión -y solo eso, según él- con la infanta hoy imputada. Los amiguetes estábamos convencidos de que lo que realmente (sic) pretendía era acceder al Rey para explicarle por dónde debían ir las cosas. Lo tenía todo clarísimo, todo. Tanto, que se largó a la capital.

¡Tiembla, Pablo Iglesias!

Y ahora leo que Alfred Bosch ha voceado que mi amigo Puigcorbé será un perfecto número dos de ERC en las municipales por su relevancia cultural, su compromiso con el proceso soberanista y por su deseo de que Barcelona sea una ciudad magnífica; tal vez, harto de ficción y a sus casi 60, Juanjo -como Ronald, Arnold, Melina o Toni Cantó- ha apostado por la puta realidad.

No dudo que los republicanos acaban de cerrar un gran fichaje intelecto-mediático. ¿Quién puede tener mejor visión objetiva de Barcelona que uno que se ha pasado media vida en Madrid? ¿Cómo no va a saber de política quien la ha aprendido de Shakespeare? ¡Tiembla, Pablo Iglesias! Pero que tiemble también Esquerra: a mi parecer es muy probable que a alguien como Puigcorbé, acostumbrado a los papeles protagonistas, no le sea fácil ser el número dos de nadie.

Nos estamos quedando sin grandes actrices ni grandes actores. Primero la Novell, ahora Àngels Poch (tan enorme como discreta) y, encima, Juanjo va y se nos pasa al otro lado del espejo.