EL ANFITEATRO

Juana de Arco en toda su desnudez

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ROSA MASSAGUÉ

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En vísperas de que Lyon se convirtiera durante el fin de semana en la capital política francesa con la presencia de los candidatos presidenciales Emmanuel Macron, Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon, la figura icónica de Juana de Arco era objeto de una manifestación de la ultraderecha. En el teatro de ópera de la ciudad se representaba el oratorio dramático 'Jeanne d'Arc au bûcher' (Juana de Arco en la hoguera), de Arthur Honegger con texto de Paul Claudel, en una puesta en escena impactante y conmovedora de Romeo Castellucci bajo la dirección musical de Kazushi Ono

El teatro había previsto la posibilidad de alguna interrupción o protesta desde el público. Lo que hubo fue la presencia de un grupo de ultraderechistas que intentaron entrar en el teatro el jueves, día de la penúltima representación, con una pancarta, 'Homenaje a Jeanne'. Fueron repelidos por la policía que usó gases lacrimógenos. Para la representación del viernes, la última, y ante la posibilidad de nuevos incidentes, el teatro advirtió a los espectadores que llegaran antes de lo previsto. El atrio del teatro estaba cerrado excepto por un pasillo por el que acceder, controlado por la policía que apremiaba: 'Vite, vite' (deprisa, deprisa). Delante, un impresionante despliegue de vehículos policiales con tales efectos disuasorios que los defensores de una supuesta Francia eterna ni aparecieron.

MÍSTICA Y SALVADORA // Juana de Arco, la doncella de Orleans (1412-1431), vivió en medio de la guerra de los cien años, el conflicto que seguía enfrentando a Francia e Inglaterra por la sucesión al trono. Con buena parte del territorio francés controlado directa o indirectamente por los ingleses, en la época de Juana se dudaba de la legitimidad de Carlos VII al trono de Francia, una duda que atenazaba al propio monarca. La 'gran pitié du royaume', el estado de gran desgracia en que vivía un país que había sido cuna de Carlomagno y del rey San Luis, era propicio tanto a cultivar la mística como a depositar la esperanza en un salvador, invocadas ambas acciones desde los púlpitos. 

Juana, una campesina analfabeta de 16 años, fue la figura providencial. Unas voces, las de Dios y de las santas Catalina y Margarita según declaró ella misma, le encomendaron la misión de romper el asedio de Orleans. Consiguió llegar hasta el rey al que habría convencido misteriosamente de su legitimidad y éste le dio un ejército con el que cambió el curso de la guerra. Capturada por los borgoñeses y abandonada por el Carlos VII, aquellos la vendieron a los ingleses. Sometida a un proceso inquisitorial y acusada de herejía y brujería fue condenada a morir en la hoguera. Siglos después, en 1920, fue canonizada.

Por fuerza una figura así tenía que convertirse con los siglos en un símbolo y la doncella de Orleans lo ha sido tanto de partidos de izquierda como de derecha, de la resistencia durante el nazismo, del catolicismo, del nacionalismo francés y del patriotismo más rancio. Su figura ha sido instrumentalizada repetidamente por unos y otrosActualmente lo es por la extrema derecha. Desde su fundación, el Frente Nacional la utiliza como símbolo y Marine Le Pen la contrapone a la Unión Europea.  

En todas las artes hay numerosas obras dedicadas al personaje. Honegger definió la suya como un 'oratorio dramático'. Difícilmente se le puede considerar una ópera cuando sus dos principales protagonistas, Jeanne y Frère Dominique, no cantan. Tampoco era esta la intención. La obra fue un encargo de la actriz y bailarina Ida Rubinstein y ella interpretaría a la protagonista. Se estrenó en Basilea en 1938. En 1941, "en lo más profundo de nuestra desgracia" como escribiría Claudel refiriéndose a la ocupación nazi, el poeta añadió un prólogo al que Honnegger puso música en 1944 con los versos más lúgubres del 'Génesis'.

La obra empieza con Jeanne a punto de ir a la hoguera. Con la ayuda de Frère Dominique la doncella ve su vida en un 'flashback'. En la partitura de Honegger hay muchos registros que van acompañando esta mirada hacia atrás. Hay tonadas populares, derivaciones del gregoriano, música festiva, momentos que parecen cinematográficos, otros que son grotescos, y aún otros, amenazadores conseguidos con toda la potencia de las ondas Martenot.

UNA JUANA ÍNTIMA // Castellucci es un director de escena duro, inteligente, que no cede ni un milímetro a la frivolidad. Sus trabajos son densos, inquietantes, muy elaborados y dejan siempre imágenes de una rara belleza, difíciles de olvidar. Ahí están por ejemplo su 'Moses und Aron' o 'Moses und Aron' 'Orphée et Eurydice' Había mucha curiosidad por ver qué haría con la obra de Honegger sobre un personaje tan manipulado e instrumentalizado como es el de Juana de Arco. Y lo que ha hecho ha sido desnudar a la doncella de Orleans, físicamente, pero también la ha despojado de todas las connotaciones que se han ido incrustando en la historia del personaje para mostrar una Juana en su yo más íntimo, para devolver el personaje a la realidad. 

Cuando se alza el telón vemos una clase de una escuela de los años 50 en la que no falta ningún detalle. A partir de este momento siguen 15 minutos que dejan al espectador azorado. Suena el timbre que señala el fin de la clase y las alumnas recogen sus cosas con el bullicio habitual que se va perdiendo a medida que se alejan por el pasillo. Aparece un subalterno encargado de la limpieza, un hombre insignificante con un bigotito también insignificante, que se pone a adecentar la habitación en medio de un gran silencio.

Una lámpara fluorescente empieza a parpadear y a partir de este momento se produce una transformación. El hombre, como alcanzado por una revelación, empieza a vaciar la clase, a retirar todos los elementos. Primero lo hace con calma, pero va ganando rapidez e intensidad en un crescendo vertiginoso. Solo se oye el ruido de los muebles al chocar o caer al suelo en el pasillo y el jadeo del hombre por el esfuerzo físico. Cuando ya no queda nada en la clase, ni siquiera la pizarra o el linóleo del suelo, bloquea la entrada. Empieza la música.

El hombre se va despojando de su ropa y aparece un cuerpo de mujer, el de Jeanne, que es la increíble actriz Audrey Bonnet. El espacio físico se convierte en un espacio mental en el que la protagonista va excavando el suelo con sus manos en un intento de volver a la tierra, de ser simplemente un ser humano sin otras connotaciones. Es una tierra en la que encontrará sepultura. Jeanne no morirá en la hoguera. El fuego abrasador es en este caso un fuego interior. Hay pocos elementos físicos directamente relacionados con la doncella histórica. Apenas la espada, el caballo y una flor de lis.

La puesta en escena deja algunas ambigüedades, pero menos de las que parece. Si Jeanne era una sencilla campesina, la de Castellucci aparece como el personaje más humilde de la escuela. Si Jeanne se comporta y se viste como un hombre para guerrear, quien está sobre el escenario es un hombre que se transforma en mujer. ¿Y no cavó Jeanne su propia tumba desoyendo los consejos que le decían que dejara de luchar cuando ya había alcanzado su objetivo?

FUERA DEL ESCENARIO // Ningún cantante aparece en escena. Solo lo hace el otro personaje interpretado por un actor, Frère Dominique, que aquí es el director de la escuela y recita su parte desde el pasillo. Solistas y coro están fuera del escenario y están amplificados. Tanto Honegger como Claudel repiten en sus escritos que 'Jeanne d'Arc au bûcher' es una obra de voces. "Son las 'voces' por debajo de la historia y de la acción las que hay que oír", decía el poeta. Y en la partitura el compositor expresa las 'voces del cielo', las de la noche en el bosque, las de la tierra, las de las santas que nacen de las campanas y la de la Virgen. Castellucci presenta la amplificación como el intermediario por el que estas voces que Jeanne oye en su cabeza, que son unas voces interiores, lleguen al público. 

El resultado es un espectáculo de impacto hecho grande por dos de los oficiantes, Audrey Bonnet y la orquesta titular de la ópera de Lyon bajo la batuta de Kazushi Ono. La actriz hace una demostración de gran teatro con su interpretación primero del hombrecillo y después como la Juana que, desnuda, intenta apegarse a la tierra, al agua, y encontrar en los elementos su propia historia. Es una interpretación de una intensidad dramática que deja al espectador hipnotizado, clavado en su butaca. Bonnet se añade por derecho propio a la lista de las grandes actrices que han interpretado este papel empezando por Rubinstein que lo estrenó, Ingrid Bergman o Marion Cotillard. Con esta 'Jeanne' el maestro Ono se despedía de la orquesta que ha dirigido desde el 2008 y ha llevado a cotas muy altas de interpretación. Su lectura de la partitura de Honegger desprendía un gran dramatismo musical que se acoplaba perfectamente al de Bonnet en el escenario. 

El actor Denis Podalydés, en el papel de Frère Dominique, recitaba su parte con un tono algo plano, pero seguramente es lo que quería Castellucci. Los cantantes Ilse Eerens (La Vierge), Valentine Lemercier (Marguerite), Marie Karall (Catherine) y Jean-Nöel Briend (Una voz, Porcus, Heraut, Le Clerc) defendieron muy bien sus papeles pese a no estar en el escenario y a tener que hacerlo ante el torrente interpretativo de Bonnet. El coro, solistas del coro y los niños de la escolanía del teatro completaron este espectáculo brillante, conmovedor, pero también devastador.

Esta producción que ha tenido su estreno en Lyon ha sido coproducida por la Ópera de Perm, La Monnaie de Bruselas y la Ópera de Basilea. Habrá que estar atentos al calendario de estos teatros porque es un espectáculo que merece la pena.

Espectáculo visto el 3 de febrero.