La hora de los jóvenes

JOAN GUIRADO

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Si algo ha aprendido la clase política del movimiento 15-M es que o había una apuesta decidida por la regeneración y la renovación o la ciudadanía se acabaría sublevando para agitar la política institucional y permitir la entrada de aire fresco en las instituciones de nuestro país. La primera gran prueba de fuego serán las elecciones municipales, unas elecciones que por la trascendencia de lo que los electores se juegan con la proximidad que los ayuntamientos tienen con los ciudadanos, ya llevan intrínseca una mayor movilización y participación directa en la política al margen los partidos tradicionales.

Esta vez con la irrupción de nuevas fuerzas políticas que plantean una política rompedora y adaptada a los nuevos tiempos todo el mundo se ha puesto las pilas de una forma especial. Difícil es ahora pues, localizar todavía aquel alcalde o candidato que se ha dedicado a la política municipal desde los inicios de la democracia, algunos incluso antes y hasta la actualidad, lo que sí que se producía hasta hace muy pocos años.

Ángel Ros, en Lleida, y Xavier Trias y Alberto Fernández Díaz, en Barcelona, son seguramente los pocos representantes de la vieja política en estos comicios. Lo que en sentido positivo se diría la experiencia. Una experiencia sin embargo, que Ros deberá contraponer a la fuerza de la ilusión y la preparación de dos nuevos candidatos en Lleida de CiU e ICV-MES, Antoni Postius Eduard Baches y que Trias y Díaz deberán medir ante caras conocidas pero poco desgastadas como Jaume CollboniAlfred BoschCarina Mejías Ada Colau.

Lejos de las grandes ciudades, también en pueblos pequeños y ciudades medianas los partidos tradicionales apuestan en estas elecciones por caras jóvenes aunque suficientemente preparadas, seguramente de las más preparadas de la historia. CiU confía en personas menores de 35 años por grandes ciudades como Rubí, Granollers, Valls, Vidreres o pueblos más pequeños como Arbúcies, Vimbodí, Les Planes o Orís. Víctor Puig (25), Àlex Sastre (31), Albert Batet (35), Jordi Camps (30), Quim Bohils (31), Joan Güell (26), Eduard Llorà (33) o Arnau Basco (26) son los responsables del futuro de CiU. La federación nacionalista quiere ser primera fuerza en la mayoría de los 900 municipios en que se presenta con más de 10.000 candidatos, con el apoyo al proceso que lidera el president Mas como principal motivo.

El Partir dels Socialistes de Catalunya, que en estas elecciones presenta menos listas que en las últimas y que se conforma con no perder más de la mitad de su músculo municipal, también hace una clara apuesta por la juventud tanto en grandes ciudades como en pequeños municipios , sobre todo en el entorno de Barcelona. Jordi Ballart (34) en Terrassa, es el buque insignia de la juventud municipalista del PSC. El alcalde de la cocapital vallesana desde hace tres años abre camino a otros jóvenes como Javi Silva (27) en Polinyà, Arnau Ramírez (26) en Sant Feliu de Codines o David Gutiérrez (33) en Premià de Mar, que se estrenan como cabezas de cartel en estas elecciones, con el reto de conseguir un buen resultado que les permita gobernar o mantener el gobierno en un momento de horas bajas para su partido.

Tras la caída del muro que significaba la barrera para las nuevas generaciones de políticos de aplicar a nuestra sociedad los cambios que permitan a los ciudadanos volver a confiar en la política de los valores de la democracia, la participación, la transparencia y la honestidad, se abre un nuevo escenario que habrá que mirar de cerca con la lupa para ver si esto de la regeneración es un actitud que realmente las nuevas generaciones se la creen o por el contrario es sólo una palabra pasajera que suena bien, marca una tendencia y da votos.

Lo que es seguro es que todos estos candidatos, así como muchos otros que representan la juventud política sin estar vinculados directamente a las ramas juveniles de los partidos, llevan en su interior una nueva manera de hacer las cosas. Pasan de la cocina al comedor directamente, a servir a los ciudadanos y a medir su capacidad de hacer política poniendo su cara y su nombre como plato principal del menú. Jóvenes a los que no les hacen falta muchos asesores para mostrarse tal como son.