Tú y yo somos tres

Joseph Pujol, artista del pedo

FERRAN MONEGAL

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Buscando afanosamente por la historia del arte casos de artistas catalanes que hayan triunfado en todo el mundo, el humorista Peyu (Comics show, TV-3) ha encontrado el notable caso de Joseph Pujol, llamado Le PétomanePeyu nos decía: «Es el primer catalán que, en el siglo XIX, exportó al extranjero la tradición, tan nostra, de tirarse pedos». En efecto, hay constancia documental de que Pujol triunfó mucho con su arte de experto en ventosidades. Sembró de pedos media Europa, actuando en películas, en teatros, en circos y hasta en el Moulin Rouge de París. Al parecer la habilidad de Pujol era portentosa: le colocaban la trompetilla de un gramófono en su zona de retambufa y el sonido del pedo se transformaba en música. ¡Ah! En 23 años que llevo siguiendo la tele cada día solo consta en mi cuaderno un caso parecido.

Aquí se lo conté cuando ocurrió, en septiembre de 2004. Fue una madrugada de Crónicas marcianas (T-5) en la que mi querido Juan Carlos Ortega sacó a una dama que cada vez que se tiraba un pedito en lugar de oírse el desagradable sonido se escuchaban versos, composiciones líricas, que una voz misteriosa recitaba surgiendo de su culo. Aquella noche, la dama comenzó a lanzar ventosidades y todos pudimos escuchar, embelesados, un fragmento del poema La voz a ti debida de Pedro Salinas. Fue una velada hermosísima.

Nos decía Peyu en Comics show, lamentándose mucho: «Esta tradición de tirarse pedos, de la que los catalanes somos maestros, se ha perdido». Discrepo. Estoy de acuerdo en que se ha perdido el pedo con categoría artística. Pero el pedo vulgar nostrat, y también el no nostrat, está más presente que nunca. Sobre todo en el mundo de la televisión y de la política. Son pedos sin arte. De una ordinariez indescriptible. Uno de los antecedentes de ventosidad chabacana en el ámbito de la política está registrado en el Libro de Sesiones del Senado español. Ocurrió en el periodo 1977-1978. Lluís María Xirinacs, entonces senador en Madrid, estaba interviniendo. Xirinacs siempre habló en catalán en el Senado, cosa que irritaba mucho a los senadores de aquella España tardofranquista. Estaba hablando Xirinacs, les decía, y Camilo José Cela, entonces senador por designación real, lanzó un pedo atronador. Se hizo un gran silencio. Y Cela dijo: «Prosiga, mosén, prosiga». ¡Ah! Desde entonces el lanzamiento de pedos en la tele y en la política, lejos de amainar, ha crecido. Se los tiran cada día. A ristras.

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