Nos piden un bis
Josep Maria Pou
Actor y director teatral
JOSEP MARIA POU
Enciendo el televisor y se me echa encima la imagen de un iracundo Rafael Hernando, portavoz del PP: "¡El teatro se acabó!” Asustado, cambio de canal y me doy de bruces con Mariano Rajoy, presidente del PP: “¡Nosotros no hacemos teatro!” Huyo despavorido hacia otro canal donde Celia Villalobos, diputada del PP, sentencia apocalíptica: “¡Hay que acabar con el teatro!” Apago el televisor. Ya está, me digo; ya lo han conseguido. Van a enviarnos a todos los titiriteros -así nos llaman ellos- al gulag más lejano. Han creado un Guantánamo para cómicos y allí nos tendrán 'ad infinitum' a pan y agua. Busco en los periódicos la confirmación de la noticia y allí leo -la prensa siempre más llevadera: mil palabras cuentan más que un primer plano- que, agotado el plazo de consultas, vamos a otras elecciones.
Entiendo que las frases arriba citadas, motivo de mi espanto, iban dirigidas, en realidad, a los de su propia especie; es decir, a los que, como ellos, han estado practicando el fingimiento, el engaño, el disimulo, -materiales, todos ellos, del teatro más noble-, para construir, con malas artes, una obra del absurdo que, tras cuatro meses de ensayos, no ha podido siquiera llegar a estrenarse. Malos actores, inútiles para el tono o matiz adecuados, han fracasado con el telón a punto de levantarse. Mal disfrazados, 'se’ls hi ha vist el llautó', como decimos por aquí. Peor maquillados, se les ha visto el cartón, como aseguran por allá.
{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Han construido, tras cuatro meses de ensayos,\u00a0","text":"una obra del absurdo que no ha podido siquiera llegar a estrenarse"}}
Unos se han arriesgado más que otros, por supuesto. Algunos, ejerciendo de galán primer actor, han intentado levantar de continuo el ritmo de la farsa con nuevos gags y cabriolas; otros, viejos característicos, han elegido el quietismo, el quedarse agazapados -¡mamá, mamá, mira que bien hago el muerto!- en un rincón de la escena; otros, arrogantes e impacientes -cuánto Stanislawsky, cuánto Brecht, cuánto Grotowski mal digerido- han querido saltar a protagonistas obviando, atolondrados, su condición de meritorios.
Y ahora nos pasan la pelota y dicen que la culpa es nuestra, que el texto que les dimos no funciona, que tenemos que votar una nueva función y hacer un nuevo reparto. Nos piden un bis, en definitiva.
Pero los bises solo se conceden cuando el aplauso es insistente y desmesurado. O sea que, señores políticos, empiecen ustedes por aplaudir como nos merecemos -grande, grande, más grande ese aplauso-, mientras pensamos lo del bis.
- Una intensa granizada impacta en Barcelona y el litoral catalán
- El SMS que Hacienda está enviando a todos los que han hecho esto en su declaración de la renta
- Sumergir los pies en vinagre, la nueva tendencia que arrasa: estos son sus beneficios
- Catalunya rechaza el reparto de menores no acompañados llegados a Canarias que propone el Gobierno
- Encuesta elecciones Catalunya: El PSC se afianza en cabeza y Junts toma la delantera en su pulso con ERC
- Saltan las alarmas por el estado de salud de uno de los Mozos de Arousa
- Una familia recupera la titularidad de un piso de Girona tras varios intentos de desahucio
- Un luchador iraní es golpeado por el público y suspendido de por vida tras pegar una patada a una chica en el ring