José María, vidimo se!

ANA ALBA

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Esta mañana el cielo estaba despejado como un día de verano. Los moecines llamaban a la oración y unos minutos después han sonado las campanas de la iglesia ortodoxa que se divisa desde mi pequeña casa de Jerusalén.

He cerrado los ojos y he pensado, como me ocurre a menudo, que estaba en Sarajevo, donde viví tres años. Allí también oía moecines y campanas, veía mezquitas, iglesias católicas, ortodoxas y sinagogas.

En ese instante he recibido un mensaje: “Aquesta matinada ha mort el Mendi”. Así llamábamos a José María Mendiluce -entre nosotros y alguna vez a él- unos amigos que tuvimos la suerte de que se cruzara en nuestras vidas cuando éramos estudiantes universitarios y acabábamos de fundar la oenegé “Universitaris per Bòsnia”. Fue en 1994, en la Festa de la Diversitat de SOS Racisme, donde teníamos un estand. Vino a vernos y se interesó por nuestro humilde proyecto.

Habíamos llevado a cabo diversas tareas como voluntarios en campos de refugiados bosnios y desplazados croatas en Croacia y protestábamos por la pasividad de la comunidad internacional ante las atrocidades que se cometían en la antigua Yugoslavia.

Para nosotros, Mendiluce era casi un héroe, una persona valiente que siendo enviado especial de ACNUR (Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados) en los Balcanes, entre 1991 y 1993, había denunciado que se estaba llevando a cabo una limpieza étnica en Bosnia.

Era extraño oír a un alto cargo de la ONU hablando sin tapujos de crímenes de guerra, apuntando con el dedo a sus autores y enfrentándose a ellos sobre el terreno para negociar el paso de ayuda humanitaria.

Los responsables de organismos internacionales y los líderes mundiales no actuaban -y ni siquiera se mojaban verbalmente- para acabar con la sangría en la antigua Yugoslavia.

En esa Festa de la Diversitat empezó una amistad que nos llevó a apoyar a José María, junto a un grupo más amplio de personas de oenegés, movimientos sociales y gente a título personal, en la creación de la plataforma Europa x Bòsnia.

Contamos con la ayuda del Ayuntamiento de Barcelona y otros muchos consistorios catalanes y la solidaridad de los ciudadanos. Luego, con la Generalitat de Catalunya, lo que permitió abrir el corredor humanitario Europa x Bòsnia-Catalunya x Bòsnia.

José María invirtió gran parte de su tiempo y su energía en ese proyecto, en el que demostró tener una gran capacidad de liderazgo. Era carismático y atrapaba al público con sus palabras en conferencias y entrevistas. Con una personalidad arrolladora, transmitía seguridad y aplomo y siempre nos animaba con una sonrisa, una broma o un cumplido en los momentos difíciles.

Luchó por hacer todo lo que estaba en sus manos para que los políticos se decidieran a poner fin a la masacre en Bosnia, donde lo respetan, admiran y aún recuerdan. Hoy he recibido mensajes de amigos bosnios que repetían: “Era un gran amigo de Bosnia, nunca olvidaremos lo que hizo por nosotros, nunca lo olvidaremos”. Yo tampoco. Recordaré siempre las charlas interminables, el relato de sus experiencias en medio mundo, su generosidad, sus consejos, su cariño. José María, ¡Pura vida! Vidimo se!Vidimo se