IDEAS

Los sueños de Einstein

JORDI PUNTÍ

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A veces los errores son bellos y cuentan cosas. Este jueves, al dar la noticia sobre la confirmación de la existencia de las ondas gravitatorias, varios medios informativos dijeron que las ondas registradas se habían producido hace 1.300 millones de años, pero en realidad tuvieron lugar a 1.300 millones años-luz de distancia. Por lo poco que entiende un lego como yo, que ni siquiera terminó de leer la 'Historia del tiempo', de Stephen Hawking, esta variación o confusión entre tiempo y espacio es precisamente uno de los ejes de la Teoría de la Relatividad de Einstein, ahora probada. Existe una dimensión en que el tiempo se mezcla con el espacio, y en este punto de fuga, o tiempo de fuga, la realidad tal como la entendemos se rompe o se multiplica, y uno diría que se entiende mejor desde la ficción. Es lo que hacía, por ejemplo, la película 'Interstellar', de Christopher Nolan.

Hace tiempo que sigo al escritor William Gibson en Twitter. Gibson es el creador del concepto de ciberespacio y autor de novelas de ciencia-ficción rompedoras, como 'Neuromance' (1984). El jueves, al conocerse la noticia, Gibson retuitó el comentario de una física según la cual el descubrimiento de las ondas era tan importante como la primera vez que Galileo apuntó el telescopio al cielo. Luego retuitó unas palabras de Toni Morrison: “La habilidad de un escritor para imaginar lo que no le es propio, para familiarizar lo extraño y disfrazar lo familiar, es la prueba de su poder”. La ficción, pues. Entonces me acordé de un librito precioso que leí hará unos 20 años: 'Los sueños de Einstein' (1993). Su autor, Alan Lightman, es un físico, profesor de Humanidades en el MIT, que un buen día decidió imaginar qué ocurría en la cabeza de Einstein partiendo de su famosa Teoría. El resultado son unos cuentos breves que juegan con las certezas de espacio y tiempo: días que se repiten, horas que duran un minuto o un siglo, agujeros que comunican dos años, vidas que tienen solo un día de plenitud, gente inmortal... Un derroche de imaginación que ahora, de reeditarse, a buen seguro encontraría nuevos lectores, nuevas intuiciones.