Espinàs, tranquilamente

Espinàs, con su pipa, en una terraza de Barcelona, el verano pasado.

Espinàs, con su pipa, en una terraza de Barcelona, el verano pasado.

JORDI PUNTÍ

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Aunque puede que él lo vea como un gasto innecesario de palabras y de energía, de vez en cuando hay que escribir un artículo sobre Josep M. Espinàs. Como lo leemos desde hace tantos años, como sabemos que es poco amigo del engorro y la exhibición sentimental, hablar de su oficio te hace ser más consciente de lo que escribes: de repente te pone en guardia sobre el abuso de los lugares comunes, las frases campanudas y los giros innecesarios. Espinàs hace 41 años que publica un artículo diario y eso quiere decir cerca de 15.000 columnas donde ha predicado con el ejemplo.

La excusa para hablar ahora de Espinàs es que estos días ha cumplido 90 años. Una vez Enrique Vila-Matas escribió un texto contra los aniversarios y efemérides de números redondos, contra la heroicidad falsa que transmiten, y me puedo imaginar que este carácter arbitrario también molesta a Espinàs. En el fondo, para entender su relación con el paso del tiempo, hay que leer dos libros que escribió y son manuales del optimismo: 'Temps afegit' y 'La festa segueix'. Él mismo también tiene una fórmula para describirlo de una manera muy sencilla: hacer años es como esperar un autobús. Estás en la parada; ayer esperabas el 89, hoy esperas el 90. El recorrido será diferente.

Esta semana Espinàs fue al programa de radio de Albert Om en RAC1, 'Islàndia', que actualmente es una rareza destacable: radio pausada y en una hora en que todas las emisoras se entregan al bullicio de los deportes. Juntos repasaron las canciones que más gustan al escritor: la 'Picolissima serenata', de Renato Carosone, “con ese adverbio tan modesto en el título”; la 'Garota de Ipanema', de Vinicius y Jobim, “tan poco pretenciosa”; el 'Summertime', de Luis Armstrong, “y la vida es fácil”. También oímos 'Clopin-clop', de Yves Montand, con ese inicio perfecto: “Et je me’n vais clopin-clopant”, que podríamos traducir como: "Pues me voy a ir yendo tranquilamente...” Luego Espinàs explicó que le gustaría que esta canción sonara en su funeral. Viendo cómo se entusiasmaba con las primeras notas de cada canción, como las cantaba y elogiaba por su sencillez, me parece que todavía verá pasar varios autobuses más.