MIRADOR

El Cementerio de los Referéndums Imaginados

La cumbre del viernes felicitará la Navidad a los independentistas con una nueva promesa inviable

Neus Munté, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont

Neus Munté, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont / periodico

JORDI MERCADER

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Los dirigentes del independentismo parecen empeñados en la construcción política de un Cementerio de los Referéndums Imaginados. El 'president' Carles Puigdemont ha organizado para este viernes una cumbre para exhibir el máximo consenso posible alrededor de su promesa de convocar un referéndum para finales del año entrante. No es la primera vez que se anuncia una consulta, ni será la última, porque efectivamente la hipótesis de una proclamación de la independencia exigirá un referéndum vinculante. Sucede que ni hoy, ni muy probablemente el año que viene, van a darse las circunstancias objetivas para que tal convocatoria pueda celebrarse con las garantías jurídicas exigibles para embarcar a todo un pueblo a expresarse sobre una cosa tan seria.

En el 2010, la Coordinadora Nacional per la Consulta sobre la Independència presentó su iniciativa popular al Parlament, confiada en un informe de Alfons López Tena sobre la viabilidad legal de tal convocatoria de plantearse como una reforma constitucional. La misma Mesa del Parlament negó su tramitación. En el 2014, el intento fue mucho más elaborado y nació en el Palau de la Generalitat, apelando a la potestad del Govern catalán de ejercer la iniciativa para una modificación de la Constitución. La prohibición del Tribunal Constitucional lo dejó en un proceso de participación, con sus secuelas judiciales.

Carles Viver i Pi-Sunyer, el oráculo jurídico del independentismo, sabe perfectamente, desde el episodio del 'plan Ibarretxe', que la cuestión esencial no está en la convocatoria de un referéndum, sino en la pregunta. La doctrina del Tribunal Constitucional en este punto es contundente. No se puede preguntar nada que contradiga a la Constitución, ni tan solo disimulando su intencionalidad bajo una propuesta de reforma de la Carta Magna en ningún sentido contrario al actual texto constitucional. La sombra del artículo 2, con su cerrada definición esencialista de la indivisibilidad de España, hace imposible ningún tipo de consulta de literalidad soberanista, aunque fuera pactada con el Gobierno español.

El famoso artículo 2 reclama su reforma o su desobediencia. La reforma es difícil, a corto plazo, dada la correlación de fuerzas en las Cortes. O paciencia y confianza en la política o la celebración de una cumbre para formalizar un Pacto Nacional por la Desobediencia. La cumbre de mañana no parece tener otro propósito que felicitar la Navidad a los independentistas con una nueva promesa de referéndum, destinada, salvo milagrosa desaparición del dichoso artículo, a ocupar su sitio en la correspondiente estantería del cementerio imaginario.

Carlos Ruiz Zafón ha tardado 15 años en desarrollar la brillante imagen literaria del Cementerio de los Libros Perdidos. Los partidos independentistas llevan tan solo seis cursos parlamentarios creando el suyo y tienen prisa por completarlo. Tal vez, si optan por la desobediencia y esta no triunfa, aún haya tiempo de firmar un pacto nacional en defensa de la Generalitat a las puertas del mausoleo.