Johan, maestro, amigo, referente

JOAN LAPORTA

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Todo empieza aquel maravilloso verano del 73 cuando finalmente Armand Carabén llega de Holanda con Johan. El Barça de Montal había fichado al mejor jugador del mundo, la estrella del Ajax y de la Naranja Mecánica, la selección holandesa dirigida por uno de nuestros mejores entrenadores, Rinus Michels. Cruyff llegó acompañado de su mujer, una rubia guapísima que nos enamoró a todos los culés, llevando en brazos a la Chantal, la maravillosa Chantal. Pelo a lo Beatles, vaqueros acampanados, camisa de cuello grande... Los modernos años setenta, de modernidad y libertad, llegaban a Cataluña con Johan que, además de formidable jugador, fue un defensor de los derechos de los jugadores, pionero en la monetarización de los derechos de imagen. Recuerdan el anuncio de pinturas Bruguer? Danny pintando y Johan entrenando...

Johan transformó el fútbol en arte. Cambió de ritmo, elegante corriendo y saltando, parando la pelota, jugando con el exterior ... Un líder indiscutible,  era el mejor. Desde su primer partido en casa contra el Granada, el Barça no perdió ningún partido hasta que fuimos matemáticamente campeones en Gijón ante el Sporting, el partido del "Mamita campeonamos" que dijo el Cholo Sotil. La primera Liga después de 14 años de pasar hambre como cantaba La Trinca, y con un 0-5 en el Bernabéu! Los chiquillos de mi generación nos peinabámos como él, intentábamos jugar como él, queríamos correr como él... Era el ídolo. nuestro ídolo. Después de sufrir muchos años, gracias a Cruyff podíamos ir a la escuela con la cabeza bien alta. A mí me gustaba tanto, que sólo verlo como salía al campo ya tenía suficiente. Verlo jugar era un privilegio y todo un espectáculo.

Un espectáculo que continuó como entrenador. Y fue el mejor, nuevamente. Valiente como nadie, implantó el sistema genuino de jugar al fútbol que ha hecho al Barça el mejor equipo del mundo. Control del balón, juego de posición, presión por recuperar el esférico... Atacar y dar espectáculo. Entre muchos otros títulos, las cuatro Ligas consecutivas y la primera Copa de Europa, la de Wembley 92. El palo del Stoichkov, el chap-chap del Salinas y finalmente, minuto 111... falta a Eusebio, toca Hristo, la para Bakero y cacao de Koeman. Gol. Pep con el 10 en la espalda celebrando con toda una piña de jugadores, Johan saltando la valla dando instrucciones y Alexanco levantando la primera Copa de Europa azulgrana. Un estallido de alegría de los culés, que liberamos sentimientos, emociones y deseos desde hacía muchos años, y un grito de justicia y de libertad para todo un pueblo.

Recuerdo que con mis amigos Rafa y Xavi salíamos corriendo  del Estadio al terminar los partidos para escuchar sus declaraciones. Nos divertíamos tanto como durante el partido. De hecho, el encuentro no terminaba hasta que Johan no hablaba a la sala de prensa. "En un momento dado"..., "un paloma no hace verano"..., "Vamos primeros porque tenemos más puntos positivos", o cuando después de que el Zaragoza nos metiera 6 en la Romareda dijo que "ahora estoy segura de que vamos a ganar la liga". El maestro era un genio de la comunicación. Era nuestra referencia porque era el mejor y porque era un alma libre con una filosofía de vida que la aplicamos a nuestras vidas, profesionales y personales, y diría que también todo el país, que adoptó moral de victoria, de creer que se puede ganar haciendo las cosas bien, basándonos en la excelencia, al preferir ser los mejores que los primeros, al ganar por 6 a 5 que por 1 a 0. En definitiva, al ser queridos y al ser admirados. Y es que Johan era querido y admirado por todas las personas de buena fe. Era un genio universal, un innovador, un revolucionario. Él nos hizo mejores. Y le estaremos eternamente agradecidos.

Le conocí personalmente cuando Armand Carabén le llevó al hotel Majestic para apoyar el Elefant Blau. Hasta entonces, la vez que lo había tenido más cerca fue en 1974 cuando le pedí un autógrafo después de un entrenamiento. Allí, en el Majestic, lo recuerdo apoyándonos ante miles de culés que lo aplaudían. Nos quedamos charlando un buen rato con Armand y me impresionó su personalidad, su serenidad y su simpatía. Siempre recuerdo su imagen con cazadora vaquera y con mi hijo Pol en brazos. Me sentí muy honrado.

Unos años después, ahora hace quince, en el entierro de Armand, Johan me dijo que le gustaría verme y hablar. Armand le había hablado de mí y me quería conocer. Además del dolor que sentía por la muerte de mi maestro y amigo, recuerdo que sufrí por lo que decía Alfred Julbe, que a veces es mejor no conocer demasiado el ídolo por miedo a perder el mito ... Y nada más lejos de eso. No sólo la figura mítica del Johan se agrandó, sino que pude conocer a la persona. Johan era mucho mejor que el mito. Valiente, decidido noble, divertido, pícaro. Siempre interesándose por todo el mundo, siempre dispuesto a ayudar desinteresadamente. Siempre optimista. Decía que la suerte es cuidarlos detalles.

Johan es el único socio del Barça que ha sido jugador, entrenador, Balón de Oro e inspirador del modelo de club que adoptamos en 2003. Él me recomendó a Txiki de secretario técnico y a Frank de entrenador y él me dijo que Pep estaba listo para entrenar al primer equipo. Por todos estos motivos mi junta directiva y yo le convencimos de que fuera Presidente de Honor del Club. Decía que no era necesario, pero lo aceptó con agradecimiento. Creo que le hacía ilusión. Pequeñas miserias humanas, conllevaron que al cabo de un tiempo retornara, por dignidad, la insignia de honor.

Aunque mucha gente no lo sabe, Johan tenía un gran respeto por la lengua catalana. Tanto, que nos decía que prefería no hablarla para no estropearla. Y su hijo Jordi, riendo, añadía que como profesor de idiomas su padre no se ganaría la vida ... Precisamente cuando nació Jordi, Johan quiso inscribirlo en el registro civil con el nombre en catalán. Ante la negativa del funcionario de turno, que le exigía que le pusiera Jorge -un hecho que Cruyff no entendía como podía pasar en pleno 1974- Johan hizo un regate de los suyos y le dijo: "Pues ponedle Johan Jordi". Jordi Cruyff... qué mérito ser hijo del mejor y ver cómo maduró. Cuánto orgullo, amor y confianza sentía Johan por él y por sus hijas, Chantal y  Susilo. O también recuerdo que en su etapa de entrenador pidió a jugadores de la cantera como Carles Busquets o Guillermo Amor que se expresasen en catalán públicamente. Y lo hicieron. Johan creía que los deportistas estaban más capacitados que nadie para aprender. Y él, el primero. Cuando sacaba el tema de los deportistas y la necesidad de que estudiaran, recuerdo que Pep, Txiki y Alexanko se miraban como diciendo: "Ya estamos otra vez!... aún nos hará ir al cole de nuevo... ". Y nos reíamos.

Johan estaba absolutamente integrado en Cataluña y lo prueba el hecho de que sus hijos y nietos hayan nacido en nuestro país, que es su casa, o que aceptara el cargo de seleccionador nacional catalán sabiendo lo que representaba y las críticas que recibiría. Aunque muchas veces no entendía que los catalanes no fuéramos independientes si realmente esta era nuestra voluntad (decía aquello que "si queréis independencia, hágalo"), en los últimos tiempos estaba sorprendido del cambio de mentalidad colectiva. Se definía como "social", y yo añadiría que era muy sociable con la gente, con su gente, ya fuera en Barcelona, en Seva, en el Montanyà. Disfrutaba del contacto directo con los amigos. Como añoro aquellos comidas interminables en una pescadería-restaurante de Gracia ¡como desbarrábamos en aquellos inolvidables encuentros! Y como añoraremos las cenas de verano en el Golf del Montanyà, con Danny y Majolin de anfitrionas, donde nos reuníamos los cruyffistas más reconcentrados. La mejor noche de cada verano. Johan siempre estaba. Cuando tenías un problema, lo tenías a tu lado. Y es que valoraba mucho el sentido de la amistad. Y la familia, sobretodo la familia, lo más importante para él. Su relación con la Danny ha sido un ejemplo para todos. De hecho, pienso que sin Danny, Johan no existiría.

Otra de las muchas virtudes de Johan era la generosidad. Era sensible con la gente que lo pasaba peor. Recuerdo cuando la familia de un chico parapléjico de un pequeño pueblo de Catalunya se puso en contacto conmigo para decirme que la ilusión del joven era conocer a Johan. Fuimos, se conocieron y Johan pidió qué más podía hacer. Los padres nos explicaron que necesitaban una silla de ruedas eléctrica, pero que costaba mucho dinero. Al cabo de una semana la petición se hacía realidad. Como condición, Johan sólo pidió que no hicieran público su nombre. Era su manera de hacer, que vehiculaba a través de su Fundación, ayudando a través del deporte a personas con discapacidades físicas y psíquicas. Johan alababa "las grandes capacidades los discapacitados ", en palabras suyas. Recuerdo aquellos inolvidables "Open Day "de la Fundación con el amigo y fiel colaborador de la Fundación Enric Masip en primera línea, compitiendo y enseñando en todo momento, donde las caras de los niños y niñas brillaba a la vez que la de Johan emocionaba.

Hace unos días nos encontramos en Tel-Aviv. Estaba animado, con ganas de hacer muchas cosas. Bromeaba. Hablamos de los hijos (como se ha desvivido Susilo en los últimos tiempos con las idas y venidas del hospital), nietos, nueras, yernos (Jesús, como te ama, maño!). Y, como había hecho la primera vez que lo vi ver, le pedí un autógrafo en un posavasos, como recuerdo.

Gracias, Johan. Decías que creías en el más allá. "Hay algo, lo sé", nos decías. Ahora estarás allí donde ya sabes, con tu padre, tu suegro, con Armand. Johan, te quiero siempre y lo haremos de la mejor manera, queriendo a tu familia. Todos te tendremos siempre en nuestros pensamientos hasta la eternidad.

Gracias por hacernos un poco mejores. Johan, maestro, amigo, referente.