Molins, el hombre que acabó con la mili

Hizo de la cultura del diálogo, el pacto y el acuerdo su manera de avanzar y convertir los ideales en realidades

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JORDI XUCLÀ

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Ha muerto Joaquim Molins, el hombre que acabó con el servicio militar obligatorio en el Estado español. Este es uno de sus activos, junto con muchos otros. Político de larga trayectoria desde la Transición hasta el 2001, cuando renunció a su último cargo electo pero se mantuvo activo en el compromiso nacionalista y en diferentes espacios de la sociedad civil.

Fue 'conseller' de Comercio, Consumo y Turismo para hacerse cargo más adelante de la Conselleria de Política Territorial en una época clave de la planificación de nuestras infraestructuras. Diputado en el Congreso en dos etapas, en 1996 encabezó las listas de CiU a las elecciones generales que dieron la aritmética que desembocó en los pactos de gobernabilidad sellados en los Pactos del Majestic.

Por unos días, se calibró una mayoría alternativa que pasaba por dar la presidencia al PSOE, hasta que Felipe González se negó en rotundo. Después vino una larga negociación de dos meses que en los parámetros del momento político -la construcción de la Catalunya autónoma, que son diferentes al actual-, dio muy buenos resultados. Y de los muchos acuerdos de la contribución de CiU en aquella legislatura quiero destacar el final del servicio militar obligatorio. No íbamos tan desencaminados cuando al cabo de unos meses Francia anunció el final del servicio militar obligatorio y al cabo de un año lo hizo también Alemania. Fue difícil de digerir por los comandos militares.

Aquella fue la legislatura del cumplimiento de los objetivos para la entrada en el euro con vocación europeísta y rigor. Molins hizo de la cultura del diálogo, el pacto y el acuerdo su manera de avanzar y convertir los ideales en realidades. Era minucioso y detallista.

LA VIDA, UNA OBRA DE ARTE

Quiso ser alcalde de Barcelona en 1999 y perdió. Le cogió el relevo el perseverante Xavier Trias. Estos últimos años fue el presidente del Patronat del Liceu. Gran aficionado a la ópera, Molins era un hombre que entendía la vida como una obra de arte, siempre perfectible, siempre dispuesto a maravillarse de lo que nos da una vida plena como la que vivió. Estos últimos años, retirado y entendiendo que el catalanismo hoy se llama soberanismo, nos dejó dicho que no podíamos abandonar el espacio político del centro y de las políticas de progreso. En el Partit Demòcrata reivindicamos con orgullo el legado y la tradición política de Joaquim Molins, el hombre que hacía política de provecho.