GEOMETRÍA VARIABLE

Pedro Sánchez ha cogido la pelota

El líder socialista quiere gobernar desde el centro-izquierda

Pedro Sánchez, después de la reunión con el Rey el pasado 2 de febrero.

Pedro Sánchez, después de la reunión con el Rey el pasado 2 de febrero. / periodico

JOAN TAPIA

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Un amigo –conservador, inteligente y al que aprecio- me envía un preocupado mensaje de texto. Dice que el PSOE es un partido socialdemócrata europeo y que Podemos es radical y “de corte leninista”. El posible pacto no le gusta. Nada. Desde el encargo el martes del Rey a Pedro Sánchez Pedro Sánchez palpo tanto muestras de esperanza por el posible relevo de un Gobierno que no ha sabido negociar o pactar casi nada, y que ha llevado a Catalunya a un clima de ruptura con España, como de honda preocupación. Ahora la economía vuelve a crecer y se crea empleo. Sería una barbaridad tirar por la ventana lo logrado (a muy alto precio) por caer en recetas que –como se ha visto en Grecia- conducen al fracaso. Europa no es el paraíso terrenal, pero España no debe ignorarla por aquello de “quien al cielo escupe, en la cara le cae”.

Comparto ambos sentimientos. El PSOE, como todo partido que se precie, tiene que intentar gobernar y la gran coalición no es en España –salvo emergencia- demasiado aconsejable. Una alianza de los dos grandes es viable tras años de dura competencia civilizada (como en Alemania), no tras un permanente enfrentamiento a cara de perro. La negativa del PP hace un año a permitir con su abstención la investidura de Susana Diaz en Andalucía (salvada por C's) y otros muchos casos indican que el PP no quiere una gran coalición entre iguales –que ni ha propuesto formalmente- sino que, con la excusa del problema catalán (del que es uno de los culpables), exige ahora un monaguillo socialista.

Pedro Sánchez –un desconocido hace dos años que tiene hoy el encargo del Rey- ha logrado que el PSOE tome la iniciativa por primera vez desde el 2010. Busca un amplio pacto de centro-izquierda –desde C's a Podemos- que aritmética y políticamente le permita gobernar. Será duro pero el método propuesto –pactar soluciones antes que nada- es inteligente, porque lo que realmente se puede y debe hacer en España –reforma pactada de la Constitución e inflexión prudente de la gestión económica- tiene poco que ver con dogmas o propaganda. Puede salir o fracasar y no debe implicar un gobierno de izquierdas. El PSOE y Podemos son distintos y junto son solo 161 diputados frente a 163 de centro y derecha. ¿Por qué no un pacto de investidura con Gobierno de base socialista y notable presencia de independientes consensuados que generen confianza?  

No es seguro que esta propuesta funcione. Lo que los españoles han votado –un Parlamento con siete partidos con peso, cuatro estatales y tres nacionalistas- no es fácil de gestionar. Pero como el PP, que ha llegado primero (no se debe olvidar), no ha querido intentarlo, Pedro Sánchez tiene la pelota. La democracia es alternancia.

Además el nombrado equipo negociador de seis personas (conozco algo a cinco) tiene experiencia y está rodado. Desde José Enrique Serrano, sufrido y desconocido jefe de gabinete de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, hasta el vasco Rodolfo Ares, clave en el pacto PSOE-PP que hizo lendakari a Patxi López, y el concienzudo economista Jordi Sevilla, llevan en la piel las cicatrices de haber madurado en el poder, mientras que la catalana Meritxell Batet y el portavoz parlamentario Antonio Hernando representan una ya algo curtida nueva generación. Son un equipo senior que inspira confianza. Ni tributarios del conformismo ni ingenuos inexpertos susceptibles de ser seducidos por programas peregrinos.

Sánchez va a intentar gobernar desde el centro-izquierda con aliados distintos que no se lo van a poner fácil. Si fracasa, la pelota volverá al PP que ahora ha tirado la toalla. Y tampoco hay que descartar nuevas elecciones por la verbena de San Juan.