¿Filoloqué?

JAUME SUBIRANA

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Quizá les suene a 'boutade', pero hay muchos grandes escritores que no escribían libros, y no disponemos de buena parte de lo que se ha escrito ni entero, ni ordenado. Dicho esto, siempre he pensado que en la lista de cosas que según el adagio es mejor no saber cómo se han hecho, al lado de las salchichas y las listas electorales se deberían añadir las ediciones de textos. Piensen por ejemplo en Homero, Ausiàs March, Emily Dickinson o Kafka; su obra no estaría hoy en las librerías sin el trabajo (la mediación) de gente experta en leer, seleccionar y organizar las palabras: los filólogos. La filología, nacida de combinar las raíces griegas de 'amor' ('philos') y 'palabra' ('logos'), permite dar forma de texto actual y cerrado (o legible al menos) a eso que en muchos casos el autor no consideraba acabado o literario, que no fue pensado para un libro o que no estamos completamente seguros de cómo era en origen. El filólogo es un reconstructor documentado.

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En esta columna ya hablamos no hace mucho de la recuperación por parte de Jaume Coll y las Edicions de la Universitat de Barcelona, cien años después de su aparición, de 'La paraula en el vent' carneriana. Estos días llega a las librerías el volumen 9 de la edición crítica de las obras completas de Salvador Espriu, 'Les cançons d’Ariadna', publicado originalmente en 1949 y editado ahora por Gabriella Gavagnin Víctor Martínez-Gil, con introducción y notas de Rosa Delor. Es difícil vender las obras completas y las ediciones críticas (por el precio) y ahuyentan a los no iniciados (por el aparato): se ha de agradecer, por lo tanto, a Edicions 62 el compromiso dilatado con este proyecto, seguramente el más importante que tiene en curso la filología catalana contemporanea. Esto, y publicar la reciente antología de Francesc Fontanella a cargo de los profesores Valsalobre, Miralles y Rossich, son estructuras de país reales: cada texto bien editado es aparentemente solo un tocho, una baldosa, del gran edificio de la cultura y la identitad colectivas. Pero las cosas grandes se hacen poniendo un tocho encima de otro, una baldosa al lado de otra.

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