Las tensiones políticas en Asia

Japón, el retorno del samurái

Hay quien cuestiona el derecho japonés a mejorar su capacidad militar pero calla ante el creciente poder chino

El primer ministro de Japón, Shinzo Abe (izquierda),y el presidente de China, Xi Jinping, se saludan, este lunes en Pekín.

El primer ministro de Japón, Shinzo Abe (izquierda),y el presidente de China, Xi Jinping, se saludan, este lunes en Pekín. / ZX KAJ**TOK**

RUBÉN HERRERO DE CASTRO

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En los años precedentes, Japón bajo el mandato del primer ministro Shinzo Abe ha reinterpretado el anacrónico artículo 9 de su Constitución mediante unas reformas que permitirán al país mejorar notablemente su capacidad de maniobra militar. Japón ahora podrá invocar unilateralmente la autodefensa colectiva si fuese atacado, así como asistir militarmente a sus aliados. Han sido unas medidas necesarias y valientes que, no obstante, provocaron un intenso debate en la Dieta y en la opinión pública no solo japonesa sino internacional.

Resulta bastante sorprendente que se pueda cuestionar el pleno derecho de Japón, un agente de prosperidad, cooperación y libertad internacional, a mejorar sus capacidades militares en el actual entorno global. La sociedad internacional es de naturaleza anárquica, esto es, no existe una autoridad supranacional con la capacidad efectiva de ejercer el poder y hacer cumplir el Derecho internacional.

RETOS Y AMENAZAS

Además, la nueva situación global presenta nuevos retos y amenazas que afectan no solo a la seguridad japonesa sino también a sus aliados, que van desde el expansionismo geopolítico chino hasta el fenómeno del terrorismo islámico, pasando por el programa militar y nuclear del siniestro régimen de Corea del Norte.

En semejante escenario no basta con participar de la hegemonía económica y tecnológica global o ser uno de los principales contribuidores netos a la cooperación y al desarrollo como es Japón. En la actual situación hay que ir más allá de ser exclusivamente una potencia civil. Y para traspasar ese umbral, Japón ha de tener pleno acceso a desarrollar como considere oportuno sus capacidades militares, al igual que hacen los restantes actores internacionales.

EL PODER CHINO

Resulta llamativo cómo algunos cuestionan este derecho a Japón mientras asisten silenciosos al incremento constante del poder militar del régimen dictatorial de China, que le permite posicionarse estratégicamente en Asia así como obtener posiciones de ventaja a la hora de discutir determinadas cuestiones geopolíticas. Es sorprendente que todos los que critican las reformas en materia de seguridad de Japón, no se alarmen de la construcción de islas artificiales que viene practicando China en el Mar de China meridional, para afianzar su posición militar y comercial en esa área del mundo.

Recitaba el maestro Kobayashi Issa, "la mariposa revolea como si desesperase de este mundo". No seamos ingenuos, el mundo es como es, y el poder militar es determinante a la hora de respaldar la actuación internacional de cualquier estado. Japón, por ejemplo, ve como no tiene la misma capacidad que otros actores para presentar en la sociedad internacional los argumentos que le asisten al referirse a territorios japoneses como las islas senkaku o las islas kuriles (territorios del norte), así como defenderlas propiamente hablando.

Reza un dicho japonés, 'katana wa samurai no kokoro' (la espada es el alma del samurái). Japón es un samurái que ha pasado demasiado tiempo sin sus espadas y se ha ganado el derecho a recuperarlas.