EL FUTURO DE CATALUNYA

Izquierdas y soberanismo

Sostener hoy en día que el independentismo catalán es de derechas resulta una extravagancia

RAMON FOLCH

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En  pocos meses, la sociedad catalana ha tenido que ventilar muchos conceptos y posicionamientos que habían permanecido latentes durante décadas y décadas. Primero ha sido el estallido del soberanismo, anteriormente encriptado por lo adverso del contexto; ahora emergen las opciones ideológicas vinculadas a la cuestión soberanista. Son temas presentes desde siempre, claro está, pero hasta hace poco estaban confusamente explicitados o dormitaban en una deliberada elipsis. Cuesta restaurar los niveles de normalidad ahora que la excepcionalidad ya no es el estado habitual de las cosas, pero hay que hacerlo.

Algunos unionistas, o como deba decirse, salen ahora con que el soberanismo es de derechas. Colosal. Por defecto, concluyen que la gente de izquierda solo puede ser unionista. Y lo proclaman en enardecidas reuniones donde casi todos son de derechas. Algunos ya éramos soberanistas y de izquierdas antes de que ellos nacieran. Por lo visto, se puede ser noruego, finlandés, irlandés o esloveno con plenitud nacional siendo de derechas o de izquierdas, pero los catalanes soberanistas solo pueden ser de derechas. Así que los catalanes de izquierdas, con arreglo a este principio, se ven condenados a transitar por el mundo de la necesaria mano de un lazarillo español. El expolio fiscal no existe, según la mirada de esta izquierda unionista, porque es una simple redistribución solidaria de la riqueza. Si se tratara de transferir recursos españoles a países africanos mal administrados, a Grecia incluso, entonces la cosa cambiaría. Por favor...

No sé qué cara pondrían ante semejantes afirmaciones personalidades como Valentí Almirall (1841-1904), padre del catalanismo político y hombre de izquierdas notorio, o Rafael Campalans (1887-1933), catalanista avanzado y fundador de la Unió Socialista de Catalunya, o Joan Comorera (1894-1958), cofundador y secretario general del PSUC. Un Comorera que en la ponencia presentada en 1939 ante el comité central de su partido decía: "Cada crisis política ha determinado un salto adelante del movimiento nacional catalán (...). La República Catalana puede quedarse en sueño de una separación pequeñoburguesa sin perspectiva histórica si el PSUC no se convierte en el dirigente máximo del movimiento nacional catalán". No es que el secretario general del PSUC, pues, viera compatible el catalanismo político más osado con los posicionamientos de izquierda, sino que solo en las actitudes de izquierda encontraba futuro sólido para el catalanismo.

El panorama político ha cambiado desde entonces, desde luego. Las ideas también han evolucionado, en congruencia con una sociedad que no para de transformarse. En eso consiste el progreso, justamente. No cabe extrañarse, por tanto, de que a partir del federalismo decidido de Almirall se haya llegado al soberanismo actual. Es la lógica maduración de un proceso, incrementada por el enrocamiento granítico de la otra parte, capaz, entre tanto, de inventarse dos dictaduras y una guerra atroz. Quienes descubren el federalismo del XIX con un siglo de retraso no pueden dar lecciones de progreso a quienes otean el siglo XXII, obviamente.

¿Qué es, sin embargo, la izquierda? ¿Y la derecha? Pues metáforas topográficas, posiciones relativas en el mapa de las ideas, complementos circunstanciales de lugar. Los partidos que pretenden representarlas tienden a anclarse en su momento fundacional, de manera que ondean banderas que a menudo no se corresponden con el frente de avance de la sensibilidad social. Así, el Partido Comunista de la Unión Soviética de los últimos tiempos, por ejemplo, era una organización objetivamente reaccionaria y netamente derechista, víctima de su obsolescencia ideológica y del apoltronamiento de sus dirigentes. Todo ello para decir que izquierda significa inquietud de progreso y voluntad de equidad (de equidad sostenibilista, habría que puntualizar en el momento actual), se vista con las siglas que se vista. Y esa izquierda sociológica, o izquierda propiamente dicha, hallable en algunos partidos llamados de izquierda (no en todos, ni del todo) y también, mira por dónde, en algunos de centro o hasta de derecha, debe considerar hoy y aquí los planteamientos soberanistas como uno de sus máximos retos, no como uno de sus problemas.

Como ya apuntaba Comorera, el independentismo catalán, a la hora de la verdad, es más bien una opción de izquierdas porque conlleva la desaparición de ventajas de los grupos dominantes que operan al amparo del poder del viejo Estado. Un viejo Estado demostradamente de derechas durante siglos, por cierto. Me remito a las pruebas: la Monarquía borbónica, la dictadura de Primo de Rivera, el franquismo o la República de la CEDA. Está bien claro: "¡Santiago y cierra España!".