CONTRAPUNTO
El IVA que viene y el IRPF que se va
La UE que tolera a España bajadas de impuestos directos le pide subidas de los indirectos para compensar la pérdida de ingresos
Salvador Sabrià
Periodista
SALVADOR SABRIÀ / BARCELONA
Un reciente estudio de Fedea, entidad poco sospechosa de radical, constataba que la política fiscal aplicada en España en los últimos años había contribuido a incrementar las desigualdades entre las capas más pobres y las más ricas de la población. Básicamente porque las primeras tienen unas necesidades de gasto que se ven muy afectadas por cualquier subida del impuesto sobre el valor añadido (IVA) que grava a los productos y servicios básicos, mientras que a las clases adineradas les influye más una subida, o una bajada, del impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) que un retoque del IVA. Lo que decía la ciencia económica clásica lo constató Fedea con cifras reales de España. A la vista de lo que ha sucedido con la recaudación de impuestos en el último año del que se disponen de datos, el 2015, en el que los ingresos del IRPF procedentes de las retenciones del trabajo quedaron superados por primera vez por los del IVA en el mismo periodo, la desigualdad por esta vía impositiva debe haberse incrementado aún más.
Esta reflexión viene a cuento de las exigencias que ha hecho la Comisión Europea a EspañaComisión Europea para que ataje las desviaciones del déficit público, tras haber hecho oídos sordos de las advertencias contra los efectos perniciosos para las cuentas del Estado de una rebaja del IRPF, precisamente antes de unas elecciones. Tras ganarlas por dos veces consecutivas el PP, pero sin la mayoría suficiente para poder gobernar en solitario, la Comisión Europea evitó finalmente imponer una multa a España por haberse alcanzado un déficit muy por encima de su objetivo después de haberse saltado todas las recomendaciones para evitar esta situación. Y, curiosamente, a pesar de reconocer que una de las principales causas de esta desviación fue la rebaja de impuestos directos, la solución que incitan a aplicar las instituciones europeas no pasa por subir el IRPF sino por atacar de nuevo al IVA. Y además, proponiendo que se acaben los tipos reducidos y superrreducidos, precisamente los que más afectan a las capas de población con menos ingresos. Entre los productos y servicios que se benefician del IVA superreducido (del 4%) destacan el pan, la leche, frutas y cereales, libros, periódicos, algunos medicamentos, prótesis, viviendas de protección oficial (VPO) y pocas cosas más. Hay un segundo tipo reducido, del 10%, que incluye alimentos en general, restaurantes y hostelería y transporte de viajeros entre otros, que es el objetivo de la CE. El resto está en el tipo del 21%. La última vez que el PP subió el IVA reducido, pasaron al tipo general aspectos tan básicos como los servicios funerarios o el material escolar, por ejemplo. Veremos que se le ocurre ahora al Gobierno que llegue.
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