El IVA cultural: un respiro y un sinsentido

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, el pasado 21 de febrero en el Senado.

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, el pasado 21 de febrero en el Senado. / periodico

JOSEP MARIA POU

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Llegó, por fin, el día del respiro. Bajaron el IVA y subió la moral. Levemente, sin exageraciones en uno y otro caso. La bajada del 21% al 10% es notable, no hay que negarlo, pero no da pie a lanzar cohetes ni despendolarse. Ahora toca sosegarse y respirar. Sin más. En definitiva, la decisión no viene sino a reparar una injusticia que ha durado cinco años. Una larga travesía del desierto para un sector, el de la cultura, acostumbrado de siempre a las estrecheces, pero al que colocaron, de repente, cuesta arriba, en terreno escarpado y al borde del abismo. Un tiempo en el que algunos se despeñaron, hasta desaparecer del todo, y en el que otros siguieron caminando a trompicones, sin resuello, curándose, tirita a tirita, heridas y magulladuras.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Solo veo capricho y arbitrariedad","text":"\u00a0en el hecho de que el cine siga con un IVA del 21%"}}

Un IVA del 10% es, todavía, superior al 8% que se pagaba en 2012. Lo que quiere decir que la reparación no es completa y que perdemos un 2% en el trámite. Es como si, tras la apelación, nos declararan inocentes y nos levantaran el castigo, pero nos obligaran a pagar las costas. Nunca la felicidad es completa. La buena noticia es que con un 11% más en las arcas, las empresas podrán sacar pecho de nuevo y desempolvar aquellos proyectos que quedaron en el armario de lo imposible. Podrán generarse, de nuevo, espectaculos de riesgo. Y esa palabra volverá a adquirir su mejor significado: el riesgo de lo atrevido, del pie en el acelerador, de la aventura que avanza, frente al riesgo que derrapa, frena y paraliza, el del miedo a quedarse sin nada.

Es también el momento de darle más espacio al cinturón y revisar los sueldos que se congelaron al principio de la crisis. Si hemos sufrido todos, gocemos ahora también todos. Pero no cesemos en las reivindicaciones. No caigamos en la tentación de arrinconar la lucha del 21%, porque, por increíble que parezca, el cine sigue injustamente discriminado.

No me cabe en la cabeza. No entiendo las razones. Solo veo arbitrariedad. Puro capricho. Sinsentido. Ganas de hacerse rogar. Lamentable política.