LA RUEDA

La isla que surgió del frío

Cuba merece, por dignidad, que el cambio preserve los logros de la revolución

OLGA MERINO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando la Unión Soviética se vino abajo, la perla de las Antillas atravesó una de las etapas más duras de su historia. Durante lo que se llamó periodo especial, en los primeros años 90, tuve ocasión de viajar a la isla y convivir estrechamente en Moscú con un puñado de cubanos. Sabías de la cotidianidad en La Habana por las llamadas y cartas que recibían. Un plato único de frijoles al día y a pedalear hasta el trabajo en una bici china. No había nada; ni arroz, ni papel de wáter, ni jabón, ni vendas de gasa hidrófila. El fin del canje amigo —un barco de azúcar, por otro de petróleo ruso— y el recrudecimiento del embargo dejaron a los cubanos al borde de la supervivencia. Pero resistieron, gracias en parte a la sandunga caribeña. Circulaba entonces el chiste de que debió de ser en Cuba donde se inventó el yoga: por la infinita paciencia en las colas de abastecimiento, por la larga espera de un cambio político que no llegaba.

Los 12 millones de cubanos se han ganado a pulso la buena noticia del regreso a la cordura con el reestablecimiento de relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana. Si Obama logra levantar el bloqueo, es de esperar que con el tiempo desembarque el turismo norteamericano en la isla, con sus dólares crujientes, y que se abran líneas de crédito para renovar las viejas infraestructuras: puertos, carreteras, hoteles, explotaciones agrarias. Ojalá. Y que el proceso desemboque en la recuperación de las libertades.

Pero después de 53 años de sufrimiento, de tan agotadora cuenta atrás, los cubanos también merecen por dignidad que los cambios no se apliquen a costa de los grandes logros de la revolución, como la alfabetización y la atención sanitaria universales. No sea que se reemplace la foto ajada del Che por los neones del Kentucky Fried Chicken. No sea que irrumpa sin brida el capitalismo caníbal, ese que tan bien conocieron en Rusia.