Gente corriente

Isabel Estrany: «Tarradellas me enseñó lo que significa la gratitud»

La taquígrafa del 'president'. La enérgica dueña de la Camiseria Pons fue secretaria de Josep Tarradellas.

«Tarradellas me enseñó lo que significa la gratitud»_MEDIA_3

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GEMMA TRAMULLAS

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La fachada modernista de Sagnier, el mobiliario de época, la caja registradora marca National y un jardín trasero donde la dueña toma oporto con sus mejores clientes, todo en la Camiseria Pons de Gran de Gràcia parece suspendido en el tiempo. Este es el reino de Isabel Estrany (Barcelona, 1931), una mujer de personalidad arrolladora que desgrana a regañadientes la memoria de los años en que fue testigo privilegiado de la historia de la Generalitat restaurada.

-Se crió entre estas cuatro paredes.

-Mi abuelo compró el local en 1907. Mi abuela y mi madre vivían en la tienda y con 3 o 4 años a mí me ponían a dormir en las estanterías. El negocio lo llevaba mi abuela. En aquella época era muy poco habitual que una mujer estuviera al frente de un negocio, pero ella lo hacía muy bien. Llegó a Barcelona procedente de un pueblecito de Lleida y tenía un gusto exquisito.

-Usted no se metió en el negocio familiar hasta muchos años después.

-Tenía otro trabajo y no quería saber nada. Era funcionaria de la diputación, me casé, tuve seis hijos y trabajé con elpresidentTarradellas. Hasta que en 1987 compré la tienda y ahora estoy enganchada.

-Tarradellas dijo aquello de «Ja sóc aquí!» en octubre de 1977.

-Su llegada coincidió con mi vuelta al trabajo después de criar a mis hijos. Fue como una lotería. Tuve la suerte de que alguien se acordara de que, en mi primera etapa en la diputación, estaba en la secretaría de Presidència y hacía taquigrafía en inglés. Me preguntaron si podría hacer taquigrafía en catalán y dije que .

-¡La taquígrafa del president!

-Él me dictaba y yo pasaba las cartas a máquina. Éramos tres secretarias y aún conservo un montón de blocs con toda la correspondencia de los 11 años que trabajé con él. Pero de esta etapa laboral prefiero no hablar.

-¿Por qué?

-No lo sé... Es de las mejores cosas que me han pasado en la vida, trabajé mucho, pero muy a gusto. Tuve mucha suerte. La primera vez que me propusieron trabajar con elpresidentdije que no, porque me convencieron de que con seis hijos no dispondría de tiempo, pero como no encontraban a la persona adecuada insistieron y entonces dije que sí.

-¿A quién tuvo que convencer?

-Me costó mucho convencer a mi marido, porque se suponía que con seis hijos ya estaba muy ocupada. Pero pregunté qué sueldo ganaría, me dijeron que 30.000 pesetas, y eso, en 1977, era una fortuna. «Solo será un año», le prometí a mi marido. Pero al final me quedé con elpresident11 años, hasta su muerte en 1988.

-Es una mujer muy enérgica. ¿Anhelaba volver a trabajar fuera de casa?

-Cuando cogí el trabajo volví a ser yo. Esto nos pasó a muchas mujeres de mi generación. Yo siempre necesito hacer varias cosas a la vez. Si no hago nada, estoy perdida, me desespero, me aburro.

-¿Qué destacaría del perfil humano de Tarradellas?

-Era una persona extraordinaria en todos los aspectos y el trato era fantástico. Él me enseñó lo que significa la gratitud, pero con actitudes, no solo con palabras. A la gente le cuesta mucho demostrar agradecimiento y él sabía hacerlo, sabía halagarte sin decir «¡qué bien lo haces!», pero no solo a mí, sino a toda la gente con la que mantenía correspondencia. Era un seductor natural. ¡Pero solo hablo delpresident,y he dicho que no quería hablar de eso!

-Vale, vale. Al morir Tarradellas, ¿cómo se adaptó a la tienda?

-Me tiré al agua sin saber nadar, porque no tenía ni idea del mundo del comercio y del negocio y, si no tienes experiencia, te equivocas. Pero tuve mucha suerte con el personal.

-Suerte. Ya es la tercera vez que la menciona.

-Es que tengo la gran suerte de ser biológicamente optimista.

-Y ahora, con la crisis, ¿no sería un buen momento para jubilarse?

-Estoy convencida de que saldré de esta. Además, desmontar esta tienda sería un drama para mí. Mi vida es esto y me lo paso muy bien con todo lo que hago, con mis clases de acuarela, piano y alemán. No todo es la tienda. Me gusta hacer varias cosas a la vez. Soy bastante desordenada.

-¿La secretaria del presidentTarradellas es desordenada?

-Sí, pero no en el trabajo. Lucho contra mi tendencia natural hacia el desorden. Se me ha encogido el tiempo, no tengo horas para hacer todo lo que me gustaría hacer y hacerlo bien. Pero es igual, me divierto. Tengo la suerte de disfrutar haciendo lo que hago y eso me salva.