Investidura Rajoy, ni sí ni no

Ciudadanos no logrará mover al líder del PP de su sillón

El Rey recibe a Mariano Rajoy en la Zarzuela

El Rey recibe a Mariano Rajoy en la Zarzuela / periodico

JOAQUIM COLL

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Como el pez que se muerde la cola, la investidura sigue sin solución aparente. Ciudadanos no quiere votar a Mariano Rajoy. Este no quiere irse. Y el PSOE no piensa abstenerse en esas circunstancias. Esto es así porque el partido de Albert Rivera, en lugar de optar por un acuerdo de legislatura o de coalición con el PP, ha elegido otra estrategia. Empujado en buena medida por su dilema existencial y el miedo al abrazo del oso de la derecha, ha optado por intentar doblegar al PP o al PSOE. Al primero le lanza un pulso para obligarle a cambiar de candidato. Y al segundo le exige que se abstenga, incluso frente a Rajoy, en base al “principio de responsabilidad” del que presume C’s. Concede, sin embargo, que los socialistas pongan condiciones a su voto.

Es una estrategia equivocada porque no va a lograr ni lo uno ni lo otro, y va a desaprovechar la posibilidad de ser influyente desde el Gobierno. A Rajoy no lo va a mover de su sillón. Tras 26-J, se considera más fuerte y no hay ninguna revuelta contra él en el PP. Tampoco va a cambiar la posición del PSOE. Las razones de Pedro Sánchez son exactamente las mismas que esgrime Rivera para negarse a negociar en serio con Rajoy. Lo considera el máximo exponente de la falta voluntad regeneradora y renovadora de la derecha, entre otras muchas críticas a su gestión o inacción. Además, esta misma semana, el procesamiento judicial del PP y de tres de sus empleados por la “destrucción a conciencia” de los ordenadores utilizados por el extesorero del partido, Luis Bárcenas, acusado de corrupción, ha supuesto otro duro golpe para la investidura del presidente en funciones. Ha sido una noticia tan dura como lo fue en enero pasado la detención de dos docenas de altos cargos en Valencia.

¿Eso significa que nos encaminamos inevitablemente hacia terceras elecciones? No tan deprisa. Antes cabría la posibilidad de que Rivera reconsiderase in extremis su rechazo a Rajoy, si bien es improbable tras tantas negativas. Otra opción es la hipótesis Sánchez tras el fracaso del primero. Una investidura del líder socialista, esta vez sin acuerdos explícitos con nadie, en la que volvería a plantear a Pablo Iglesias el dilema de elegir a un socialista o ir a nuevas elecciones, que solo servirían seguramente para mejorar la mayoría del PP. En ese supuesto, C’s se abstendría, como está dispuesto a hacer ahora mismo a cambio de nada y solamente por sentido de la responsabilidad. Si Sánchez lograra sumar 156 diputados, preservando la equidistancia de Rivera, podría añadir otras abstenciones (empezando por la del PNV), además del voto favorable de Coalición Canaria. Al final podrían haber más síes que noes en segunda vuelta.

Es una hipótesis complicada pero no imposible, sobre todo cuando nos acerquemos al abismo de las terceras elecciones que ni Iglesias ni Rivera desean. Si gobernar con 137 diputados como pretende hacer Rajoy es una insensatez, hacerlo con solo el apoyo incondicional de los 85 del grupo socialista raya la locura. Pero el PSOE tiene a su favor que, a diferencia del PP, puede más fácilmente entenderse con el resto de fuerzas para aprobar leyes y presupuestos. Con todo, sería un gobierno quebradizo sometido a una crispación de órdago por la derecha

Los tiempos de la investidura son excesivamente son lentos, paquidérmicos. Hoy, por fin, sabemos que Rajoy va a intentarlo. Ahora oficialmente tras el encargo del Rey. Su fracaso está garantizado, pero con un calendario que amenaza con hacerse eterno, insufrible. Por eso no ha dicho ni sí ni no.