Dos miradas

Interrogantes

¿Es posible que haya algo de exceso, de escenificación en la paralización de la capital de Europa?

EMMA RIVEROLA

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«Si cerramos las escuelas, si prohibimos la cultura o las compras, si prohibimos a la gente vivir, ¿bajo qué régimen vivimos?», se preguntaba ayer el alcalde de BruselasYavn Mayeur, crítico con la decisión del Gobierno de paralizar la ciudad durante cuatro días. Es de imaginar que esas medidas tan superlativas, tan excepcionales, se deben a una situación de verdadera emergencia que ha obligado a las autoridades a tomar la ciudad con soldados y policías. Consideran que el riesgo de atentado es «grave e inminente» y, por tanto, todos los esfuerzos son pocos para garantizar la vida de los ciudadanos. Pero ante el carácter extraordinario de la situación es imposible no plantearse algunos interrogantes.

¿Paralizar la capital de Europa por el temor a unos atentados es dar la victoria a los terroristas o, por el contrario, es una medida de fuerza, de intimidación hacia ellos, una prueba de que se llegará tan a fondo como sea preciso para combatirles? Por otro lado, ¿es posible que haya algo de exceso, de escenificación en la toma de la ciudad? Una representación de gran impacto para que la sensación de vulnerabilidad cale aún con más profundidad en la ciudadanía. Un colosal alegato para desbaratar el siempre difícil equilibrio entre la seguridad y la libertad. Es difícil no sentir la derrota en esas calles vacías de gente, tomadas por los uniformes. Aunque no es tan fácil saber qué estamos perdiendo.