Los retos de la enseñanza superior
La internacionalización universitaria
Las universidades deben ofrecer experiencias multiculturales más allá del aprendizaje del inglés
Carlo Maria Gallucci Calabrese
Vicerrector de Relaciones Internacionales de la Universitat Ramon Llull (URL) y catedrático de marketing en ESADE-URL.
CARLO MARIA GALLUCCI
Nací hace 60 años en un pueblo de Calabria, en el sur de Italia. Apoyado por mis padres, después de acabar mi carrera en Sicilia, dejé mi país para estudiar un MBA en ESADE-Universitat Ramon Llull, en Barcelona y tras vivir en Madrid y realizar el doctorado en ICADE-Universidad Pontificia Comillas, me fui a Estados Unidos y continué mis estudios en la Universidad de California at Los Ángeles (UCLA) y en la de Harvard. Finalmente, hace más de 25 años regresé definitivamente a Catalunya. Me considero una persona muy afortunada porque pude entender lo importante, útil y enriquecedor que es una experiencia multicultural.
Si en los años 80 la internacionalización ya podía considerarse muy recomendable para la mayoría de las actividades profesionales, ahora se ha trasformado en una necesidad. Y, sin duda, una de las etapas clave de esta preparación es la fase educativa, y especialmente la universitaria. Por ello, las universidades deben estar preparadas y equipadas para ofrecer a sus alumnos una experiencia multicultural. Pero, ¿qué se debe entender por experiencia multicultural en la universidad?
CURSOS DE INGLÉS
Hasta hace poco la internacionalización se limitaba a la oferta de cursos en inglés o a fomentar acuerdos de intercambio académico al extranjero que permitieran a los alumnos vivir una experiencia, aunque fuera breve, fuera de su país. Hoy en día prácticamente todos los 470 grados de las universidades catalanas ofrecen estas alternativas que siguen siendo válidas, pero ya no son suficiente.
Una institución que quiera de verdad distinguirse por su internacionalidad debe brindar más opciones de acceso a la multiculturalidad. Y hay varias fórmulas relativamente simples para hacerlo posible, como, por ejemplo, organizando 'study tours' que, en un formato concentrado, permiten acercarse a la dimensión cultural y profesional del lugar visitado. Otras alternativas más complejas, pero muy interesantes para los estudiantes, son tener acuerdos de doble titulación ('double degrees') o de titulación compartida ('joint degrees') con universidades extranjeras, amén, obviamente, de proyectos internacionales de investigación, de programas de prácticas en otros países, de experiencias internacionales de cooperación, o de períodos de intercambio también para sus profesores y su personal administrativo y de servicios.
No obstante, la fórmula más potente es desarrollar un ambiente multicultural significativo en el propio campus de la universidad, consiguiendo que un porcentaje importante de su comunidad esté formada por extranjeros provenientes de varias regiones del mundo. Por ejemplo, en la URL cada año tenemos más de 100 nacionalidades representadas, procedentes de los cinco continentes. Entre profesores, personal de administración y de servicios y alumnos, en el curso 2015-2016 las nacionalidades presentes fueron 105 y los estudiantes extranjeros propios significaron el 15,5% del total.
PROGRAMAS DE MOVILIDAD
En el caso del sistema universitario catalán, cada año más de 9.000 estudiantes de todo el globo vienen a Catalunya en programas de movilidad y más de 26.000 estudiantes de fuera del Estado se matriculan en grados, másteres o doctorados oficiales, representando así el 10% del total. La gran mayoría proceden de Estados Unidos, Italia, Francia, Colombia, México, China, Alemania y Ecuador. Asimismo, es fundamental que los profesores tengan experiencia internacional. Entre las 12 universidades catalanas acogemos unos mil profesores e investigadores de fuera del Estado. Todo ello ayuda a que nuestra comunidad aprenda a convivir y a estrechar lazos ('networking') con personas de culturas distintas que, presumiblemente, una vez acabados sus estudios, vivirán en diversos lugares del mundo.
Es importante también que los servicios se estructuren en función de los perfiles multiculturales. Por ejemplo, la rotulación de las instalaciones, la variedad de las comidas y los horarios en que se ofrecen, la posibilidad de profesar distintos credos religiosos o las ofertas internacionales de prácticas y de trabajo. Los extranjeros lo agradecen y los autóctonos adquieren costumbres que luego les serán útiles en su carrera profesional.
Si de verdad quieren ser útiles a la sociedad, las universidades, además de cuidar de la excelencia y la calidad de sus programas y de su investigación, deben dotar a las personas de una cultura y de unas habilidades que les ayuden a desenvolverse en un mundo multicultural muy cambiante y dinámico, que ciertamente presenta dificultades y riesgos, pero también enormes oportunidades.
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